mercoledì, dicembre 28, 2005

“Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos”

“Una vez estaba Pepín Ramos el poeta inspirado en la taberna que llaman el Senado, sentado a la mesa tosca, haciendo su papel de poeta inspirado. Todos le respetamos mucho en sus esperas de la voz misteriosa, aunque nunca se le haya visto una página terminada. Vino un parroquiano de la taberna con la alegría lúcida de los primeros vasos, y fisgó el renglón que campeaba en la hoja:

Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos.

El verso hermoso, todavía único, con que iba a arrancar el poema. El parroquiano suspiró:

-Es un buen empiece, Pepín. Pero ahora qué”.

(Antonio Pereira: Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos)

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giovedì, dicembre 22, 2005

Noticias de la Reina

A la Nueva le cuesta mucho despertarse y eso no es bueno para nadie pues, a juzgar por las muchas horas que trabaja, de ella debe depender la economía mundial. Yo me la imagino dándole vueltas y vueltas a un inmenso engranaje, muy trabajosamente, el engranaje que hace rodar los colosales mecanismos de los mercados y las bolsas de todo el planeta. Pero viéndola dormida por las mañanas, ignorando al despertador, uno teme por una crisis global de monstruosas consecuencias. Así que invento maneras para que se levante: la sacudo salvajemente por los hombros y le grito al oído impactantes noticias:

-¡Eh, eh! ¡Por la radio han dicho que la Reina se ha fugado con Gabilondo!

Desde que descubrí que las noticias sobre la Reina eran las únicas que conseguían penetrar en su amodorrado cerebro, todo ha sido más fácil. Suena el despertador, abro los ojos, pienso unos segundos y entonces sacudo a la Nueva y le digo (por ejemplo):

-¡Joder! ¡Han descuartizado a la Reina!

Ella abre un ojo y me mira. Es el momento de apuntillar, y anuncio:

-¡Sí, sí! ¡Y aquí mismo! ¡En nuestra cocina! ¡Hay sangre por todas partes!

La Nueva se levanta automáticamente y se dirige a la cocina, como si quisiera comprobar que, en efecto, alguien ha descuartizado allí a la Reina. Al cabo de unos segundos sale con un humeante vaso de leche, pero eso yo ya no lo veo, yo ya me he quedado dormido en diagonal, ocupando toda la cama, es que yo me levanto más tarde porque la economía mundial marcha perfectamente sin mí.

martedì, dicembre 20, 2005

Grandes botarates: Harry Bensley


El botarate de la máscara de hierro es Harry Bensley, que el 1 de enero de 1908 inició así disfrazado un viaje por todo el mundo que terminó abruptamente en agosto de 1914 al declararse la Primera Guerra Mundial. ¿El motivo? Una apuesta entre dos millonarios (uno de ellos, el banquero Morgan, aquel que se ahoga en todos los grandes naufragios de la historia) que pretendía establecer si un hombre enmascarado podría dar una vuelta al mundo sin tener que descubrir su identidad. Como siempre hay gente para todo, Bensley se ofreció a protagonizar la hazaña. Otra versión asegura que, en realidad, el absurdo viaje fue la extravagante manera que los dos millonarios hallaron para perdonar al arruinado Bensley una elevada deuda. En ambas historias se afirma que, además de llevar la máscara de hierro, Bensley debía empujar en todo momento el cochecito de niño que se ve en la foto, que debía encontrar esposa durante su viaje (sin que la afortunada viera su rostro) y que tendría que autofinanciarse vendiendo postales con su imagen. Para garantizar que Bensley cumpliría todas estas condiciones le acompañaría una especie de vigilante, al que también se observa a la izquierda de la foto.
Según una tercera versión, todo fue una farsa, que Bensley aparecía de vez en cuando con su cochecito y su máscara, pero que el viaje en sí no existió en realidad. No sé.
En internet hay una web de un tipo que dice que Harry Bensley era su bisabuelo, y lo cuenta con orgullo.
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domenica, dicembre 18, 2005

Mujer pálida de Barcelona (2)

Estuve investigando acerca de “la mujer pálida de Barcelona” de Flaubert de la que hablaba en el post anterior. Por ahora no he hallado respuestas pero, para mí sorpresa, gracias a Google y a la astuta combinación de las palabras “Barcelone”, “Flaubert” y “pâle”, me encontré con... “el hombre pálido de Barcelona”. En 1837, a los 16 años, Gustave Flaubert publicó en la revista “Le Colibrí” de su Rouen natal la que está considerada su primera obra, un cuento titulado “Bibliomanie”. Así empieza:

“En una calle estrecha y sin sol de Barcelona vivía, poco tiempo atrás, uno de esos hombres de frente pálida...”

“Dans une rue de Barcelone, étroite et sans soleil, vivait, il y a peu de temps, un de ces hommes au front pâle”

El barcelonés pálido del adolescente Flaubert se llama Giacomo y es un librero obsesionado por un libro (“Misterio de San Miguel”). Me encantó enterarme de todo esto que explico, pero la búsqueda de la mujer pálida de Barcelona continúa.

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giovedì, dicembre 15, 2005

Mujer pálida de Barcelona

En “Madame Bovary”, hay un momento en que Flaubert explica qué provoca en Léon la visión de su amada Emma:

“Por su humor variable, tan pronto místico como jovial, parlanchina, taciturna, exaltada, indiferente, iba despertando en él mil deseos, evocando instintos o recuerdos. Era la enamorada de todas las novelas, la heroína de todos los dramas, la vaga ella de todos los libros de poesía. Léon veía sobre sus hombros el color ambarino de la Odalisca en el baño; tenía el largo corpiño de las castellanas feudales; parecía también la Mujer pálida de Barcelona”.

“...elle ressemblait aussi à la femme pâle de Barcelone...”

Siempre me he preguntado quién es esa mujer pálida de Barcelona de “Madame Bovary”. ¿Es un cuadro? ¿La protagonista de un novelón de época? ¿Un avión? ¿Supermán?

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lunedì, dicembre 12, 2005

El Negro

El otro día, nada más servirme la Nueva uno de sus apetitosos guisos, le dio por sonar al timbre de la puerta. Dije el clásico y retórico y ahora quién será, y presto y veloz y hasta contento me dispuse a abrir, porque la Nueva y yo no tenemos aún muchas visitas, y menos a la hora de comer. Así que abrí la puerta y un carné con el escudo del país se plantó ante mis narices y una voz anunció: Mossos d´Esquadra. Con el riesgo de parecerme a Julio Verne o a Emilio Salgari, interrumpiré la narración y haré un inciso para explicar que los Mossos d´Esquadra es el nombre que recibe la policía autonómica catalana, que recién acaba de desplegar sus flamantes efectivos en la ciudad en que transcurren los hechos, es decir, Barcelona.
Ante mi sorpresa, el escudo del país desapareció de mi vista y un joven de paisano y para nada vestido de Mosso d´Esquadra me tranquilizó:

-Tranquilo -dijo, en efecto.

A su lado, otro joven me explicó:

-Estamos investigando unos sucesos acaecidos en esta finca la noche del pasado domingo.
-Estoy dispuesto a colaborar -anuncié, aunque la juventud de los mossos me hacía dudar de que en realidad fueran mossos. Eran realmente jóvenes, mucho más jóvenes que yo, de una juventud insultante. De una juventud cósmica. Bueno, claro, pensé, en realidad son mossos, palabra con que en catalán solemos denominar a los jóvenes, y no a los maduros.

El caso es que los mossos buscaban a un individuo que en fechas pasadas había frecuentado la finca que la Nueva y yo habitamos, y al que tanto ella como yo admitimos conocer. El individuo, al que la Nueva y yo siempre habíamos llamado El Negro a causa de la particular pigmentación de su piel, había protagonizado la noche del domingo un desagradable y violento incidente con otro señor desconocido por nosotros, y a consecuencia de ello este desafortunado señor se hallaba en el hospital, al parecer muriéndose. El mosso me preguntó si estaría dispuesto a firmar una declaración admitiendo todos estos hechos.

-¿Cuáles? -quise puntualizar yo.
-Que en varias ocasiones vio al individuo que usted llama El Negro por esta finca. Sólo eso.
-Lo admitiré, sí -feliz en mi papel de ciudadano ejemplar.

El caso es que firmé la declaración. Los jóvenes mossos se fueron, la Nueva y yo comentamos que El Negro siempre nos había parecido algo inquietante, ella me acusó en broma de mi condición de delator, yo hice varias bromas acerca del Negro y la Nueva recalentó su apetitoso guiso. Comimos entre risas que poco a poco desembocaron en silencio. Al terminar nos quedamos en el sofá, viendo la tele, sin hablar. Se oyó un pequeño ruidito en el rellano, la Nueva y yo nos miramos con disimulo y en ese momento supe que el miedo al Negro había llegado a nuestras vidas.

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venerdì, dicembre 09, 2005

Sueño de otro

Un personaje de la novela “2666” de Roberto Bolaño, entre la confusión por lo que le ocurre y la creciente sorpresa que le causa lo que observa al entrar en México procedente de Estados Unidos, piensa: “Todo esto es como el sueño de otro”.