mercoledì, settembre 22, 2010

Umbrello en la guardería

Umbrello asiste feliz a la guardería y, una vez por semana, su profesora nos entrega un papelito en el que nos solicita los objetos que debemos llevar en pocos días para el buen funcionamiento de sus clases. El último papelito recibido: Umbrello deberá llevará consigo el próximo lunes tres pelotitas de diferentes colores y tamaños, un lápiz, una cartulina tamaño 27x43, una foto de papá y mamá, una foto de sus hermanos si los tuviere, una foto de un vecino cualquiera en caso contrario, una foto de sus cuatro abuelos, su partida de defunción si faltare alguno de ellos, un gorro de los Yankees de Nueva York, una toallita, un bote de pegamento (sin gluten, por si se lo come), un recipiente vacío, un recipiente lleno de leche de burra (sin gluten), unas lentes de soldador, un koala, tres animales en extinción (dos muertos y uno vivo, no vale el koala), sus respectivas jaulas, alimentación para el koala (sin gluten) y para el animal en extinción vivo (con o sin gluten), un mono (tenemos la duda de si se trata de un cuarto animal o un mono de trabajo) y documentos que acrediten nuestra asistencia a un espectáculo en las últimas tres semanas; no valen recetas médicas y es una lástima porque las visitas al pediatra son lo más parecido a un espectáculo al que hayamos asistido en ese periodo.
La Nueva y yo, con la poca precisa ayuda de Umbrello y de Fratello, hemos pasado las últimas horas recopilando todas esas cosas, con la triste seguridad de que, aunque consiguiéramos nuestro objetivo, la próxima semana se nos entregará otro papelito y vuelta a empezar. Desesperanzado, esta mañana he querido hablar con la profesora de Umbrello.

-Señorita Pétula -le he dicho amablemente-.
-¿Dígame?
-Verá: nosotros les pagamos para que distraigan a Umbrello. No para que nos distraigan a nosotros.

No es eso lo que quería decirle, pero con los años y la paternidad mis ideas son cada vez más confusas. La señorita Pétula me ha mirado horrorizada y, sin responderme, ha cerrado la puerta del aula ante mis narices (con Umbrello dentro, afortunadamente). Sé que su próximo papelito contendrá su espantosa respuesta en forma de venganza.

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venerdì, settembre 10, 2010

Ignorancia

De Sacha Guitry (1885-1957) reuní, en este mismo blog, un par de asombrosas trivialidades. De eso hace mucho: según he comprobado, fue el 4 de junio del 2005. Si supiera hacerlo, pondría aquí un link a ese lejano día. En cualquier caso, hoy supe de esta otra genialidad de Guitry:

"Lo poco que yo sé se lo debo a mi ignorancia"

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mercoledì, settembre 01, 2010

Ella es así

 

Sé que la frase es complicada, pero ahí va: el hombre que vio a la pantera pidió ver también a la muñeca. La explicación se encuentra a los comentarios al post anterior. La muñeca es la que encabeza este texto. Y, ahora que la miro con breve detenimiento, es más bien fea. Es una mezcla de Caperucita Roja y Laura Ingalls y, recurriendo a los estúpidos términos de nuestros días, no es interactiva para nada, pese a su sorprendente caída de hace unos días en la gasolinera. Ni se mueve ni llora ni ríe, lo que es de agradecer. Para eso ya están Umbrello y Fratello y su pequeño tren de madera. Ese tren, comprado en Ikea, es lo más interactivo que se pueda imaginar uno. Hace un rato, su locomotora se interpuso interactivamente entre la suela de mi zapato y el suelo, conduciéndome a un escandaloso tropezón que ni el Rey, vaya. Si yo fuera él -el Rey- este mediodía todas las cadenas del país habrían abierto sus telediarios con las imágenes de mi torpeza. “La anécdota del día la protagonizó don Juan Carlos, al trastabillar ágilmente en el momento de bajar de la tarima donde acababa de pronunciar un interesante discurso con motivo de la inauguración del museo comarcal de Almunia de Chotacabras”. Por ejemplo. Y a eso, la muñeca sigue impertérrita. De nula interactividad.
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