Urgencias
Esta mañana, al salir de casa con mis fieles escuderos Umbrello y Fratello, vi que una ambulancia había aparcado delante de nuestro portal. Fratello, que es muy aficionado a celebrar con alaridos la presencia de cualquier servicio público que lleve sirenas, se mostró feliz y ruidoso con la novedad. Umbrello estaba más ocupado en alguna misteriosa reflexión intelectual y, a mí, la verdad, no me sorprendió el vehículo dado que vivimos en un barrio que al ser habitado casi por completo por niños y ancianos es muy de romperse la crisma, partirse la cadera o sufrir un ictus.
En lo que sí pensé es que debía revisar mi estigmatismo, enfermedad de la que me avisó hace un par de años un amable lector de este blog (en el post “Mudanzas”, en junio del 2010) y que, al parecer, va en aumento. Y es que vi la ambulancia y donde claramente se anunciaba “Urgencias Médicas” yo leí “Urgencias Míticas”. Intenté no pensar en eso y llevar a sus escuelas a Fratello y a Umbrello sin contratiempos, pero el mal ya estaba hecho. ¿Urgencias míticas? Sin duda, pensé, las de Héctor ante Aquiles, las de éste al recibir la flecha mortal en su talón; las de Julio César ante la poco amistosa visita de Bruto y compañía; mucho más modernas pero ya tambien míticas son las urgencias del Titanic tras su encuentro con el iceberg o las de la evacuación de Dunkerque. Las urgencias de los habitantes de la Atlántida. O de Pompeya. Las ya míticas urgencias históricas de Jorge Valdano. Las urgencias de Stanley por hallar a Livingstone. Cuántas urgencias míticas. Y qué poco mítico es correr detrás de un autobús, día tras día, pero cuánto me urge hacerlo para que Umbrello no llegue tarde a clase de psicomotricidad (II).
En lo que sí pensé es que debía revisar mi estigmatismo, enfermedad de la que me avisó hace un par de años un amable lector de este blog (en el post “Mudanzas”, en junio del 2010) y que, al parecer, va en aumento. Y es que vi la ambulancia y donde claramente se anunciaba “Urgencias Médicas” yo leí “Urgencias Míticas”. Intenté no pensar en eso y llevar a sus escuelas a Fratello y a Umbrello sin contratiempos, pero el mal ya estaba hecho. ¿Urgencias míticas? Sin duda, pensé, las de Héctor ante Aquiles, las de éste al recibir la flecha mortal en su talón; las de Julio César ante la poco amistosa visita de Bruto y compañía; mucho más modernas pero ya tambien míticas son las urgencias del Titanic tras su encuentro con el iceberg o las de la evacuación de Dunkerque. Las urgencias de los habitantes de la Atlántida. O de Pompeya. Las ya míticas urgencias históricas de Jorge Valdano. Las urgencias de Stanley por hallar a Livingstone. Cuántas urgencias míticas. Y qué poco mítico es correr detrás de un autobús, día tras día, pero cuánto me urge hacerlo para que Umbrello no llegue tarde a clase de psicomotricidad (II).
Etichette: Estigmatismo
3 Comments:
No es astimatismo. Es otra cosa.
¿Qué es? ¿Locura?
Great blogg you have here
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