Física
En mis tiempos escolares fui un patán en esa disciplina, pero ahora con
los niños charlamos a menudo de Física. A Umbrello y a Fratello les sorprenden,
por ejemplo, las diferentes velocidades a las que pueden circulan coches y motos,
el choque de las piedrecitas en el agua del mar, la gigantesca potencia de las
cuerdas vocales de la Nueva, su madre o, sin ir más lejos, la capacidad de
Spiderman de lanzar telarañas a grandes distancias con ese artilugio que Peter
Parker ha adosado a sus muñecas. Suelen comentar conmigo estos y otros temas y
yo, pobre inútil, hago lo que puedo. Un ejemplo: al ver por enésima vez al hombre-araña disparando
sus telarañas, Fratello muestra su admiración:
-Uooooohhh -grita.
-¡Qué lejos! –digo yo en el inconsciente papel de papá
participativo.
-¡Hacia el infinito! –cree observar Umbrello.
-¡Má lejo! –exclama Fratello.
-Bueno, eso es imposible –corrijo yo.
Umbrello y Fratello me miran en silencio unos segundos.
Luego, Umbrello, más reflexivo que su hermano menor, pregunta:
-¿Más lejos que el infinito no puede ser?
-No –digo.
-Mmm –dicen ambos al unísono.
Tras una nueva reflexión –y una breve e inaudible consulta con
su hermano- Umbrello pregunta:
-¿Postulas, papá, por un infinito finito?
-Bueeno… –digo yo, consciente ya de dónde me he metido.
-¿Potulas tí papá? ¿Tí? ¿Potulas finito? –repite Fratello.
-Hijos míos, es que así se infiere de los últimos trabajos de los
reputados físicos alemanes Grabowski y Beckenbauer –improviso yo, seguro de
que los conocimientos futbolísticos de Umbrello no pueden ir aún más allá de Messi y
Víctor Valdés.
Mi respuesta satisface a los niños, que se van jugar con sus
trenecitos de madera. Umbrello hace salir a su tren de la estación azul y
Fratello el suyo desde la verde y en los siguientes minutos querrán
descubrir a qué hora y exactamente dónde chocarán ambos vehículos. Los rudimentos
de la física, vaya, secretos que yo jamás llegué a dominar. Luego, por la
noche, oiré la vocecita de Umbrello pedir desde su camita:
-Papá, cuéntame cosas del doctor Beckenbauer.
6 Comments:
Ah, el infinito, y su brevedad. Siempre recuerdo la historia de esos dos matemáticos -según unas versiones son bilbaínos, según otras alemanes, simplemente-, que enfrascados en una operación de gran complejidad, al fin creen haber llegado a una solución. "Lo tengo", dice uno. "¿Cuánto te da?", pregunta el compañero. "Infinito", afirma. "¿Infinito? -pregunta escéptico el otro-. Me parece poco".
Creo que este es el que más genial me ha parecido de los muchos posts geniales que te llevo leídos.
Ando últimamente medio retirado del mundo, con mucho lío y poco internet. Pero no he perdido de vista este blog. Felizmente, añado.
jajaja, eres genial :-)
¡Qué argumento de autoridad más hilarante! y ¡qué chicos más listos!, seguramente llegarán a ministros.
Qué grande este paraguas en llamas. Me alegro de volver a caer por aquí después de un largo viaje por otras latitudes. Un abrazo
¡Qué bueno!
Como están en este plan, mira.
Sugerencias para regalos de reyes:
http://datazoid.deviantart.com/art/Heroes-of-Science-Action-Figures-337514889
:-)
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