Cena con un viejo amigo
Recibimos en casa a un viejo amigo al que llevaba años sin ver y con él pasamos una larga velada con vino, cerveza, dulces y croquetas y anécdotas de un pasado tan pasado que, al contarlas u oírlas, me parecían nuevas, quizá hasta inventadas. Tras despedirnos ya de madrugada vi con desagrado el desorden que nos aguardaría hasta la mañana siguiente: las copas a medio vaciar, los vasos, los platos; los restos de la cena. Tuve la certeza de que todo, nuestra invitación a cenar, su aceptación, todo, había sido un disparate. Y pensé que los viejos amigos son cada vez más viejos y cada vez menos amigos.
PD: Eh, burros, que no va por vosotros. Que no sois viejos amigos, solo estáis algo apolillados.
PD: Eh, burros, que no va por vosotros. Que no sois viejos amigos, solo estáis algo apolillados.
4 Comments:
ay, sí :-(
Quita, ya friego yo.
Qué viejos y qué gordos y qué aburridos están algunos de esos viejos amigos!
Lo que a usted le pasa con los viejos amigos a mí me pasa con las cosas.
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