Cromos
El post que sigue es absolutamente prescindible para todo aquel que odie el fútbol o que haya carecido de infancia, circunstancias que, en mi modesta opinión, son sinónimas. Diré que ha llegado a manos de Umbrello, y no gracias a mí, su primer álbum de cromos de la Liga de fútbol. Se trata, por supuesto, de un acontecimiento histórico en su vida: ¡el álbum de cromos! ¡Canastos! Nada más verlo, miles de recuerdos se agolparon en mi mente. ¡Mis viejos cromos! Sé que no me creeréis pero la antigua propietaria del piso donde vivimos nos dejó en herencia, además de una silla, la silla de la muerta de la que hablé hace unas semanas, una pequeña caja fuerte empotrada dentro de un armario. Absurdamente, ignoramos la combinación secreta que permite abrirla; más absurdamente aún, se puede abrir con una llave sin problema alguno, por mucho que al cerrarla demos vueltas y vueltas a la rosquilla de los números. El caso, no nos perdamos, es que en la caja fuerte no guardamos ni joyas ni perfumes ni inciensos: allí reposan mis colecciones de cromos de la Liga de fútbol, casi al completo, desde 1972 a 1979. Digo casi al completo porque me falta el cromo de Chuso, un jugador del Oviedo célebre en mi casa por su ausencia en mi colección pero que pasó con más pena que gloria por Primera División.
En fin. No comprendo cómo la literatura ha ignorado durante tantos años la importancia de los cromos en la infancia. En las novelas hay niños muy falsos: mucho subirse a los árboles, mucho soñar con el coño de la vecina, mucho visitar a papá en la cárcel y mucho irse al río a jugar, pero… ¿Y los cromos? Yo pasé buena parte de mi vida infantil mirando, jugando, ordenando mis cromos de fútbol. Soñando con ellos. En tiempos en que el fútbol televisivo era casi un acontecimiento histórico-nacional, los partidos se jugaban dentro de esas maravillosas cartulinas. ¿Era Babiloni, ese medio del Castellón, un tuercebotas? Ni idea, pero para mí, luciendo ese nombre, no podía tratarse más que de un fino estilista. Y sin duda la Real Sociedad contaba con una defensa de lujo; no podía ser otra, con unos zagueros apellidados Gaztelu y Gorriti. Del mismo modo, el Racing de Santander y el Murcia no eran equipos serios, no mientras en sus plantillas militaran Geñupi y Chinchurreta. Bueno, en fin. No sé si Umbrello podrá imaginarse tantas cosas como hice yo, porque Messi, por ejemplo, no es solo un pedacito de cromo con un nombre bonito, sino una persona real (gracias a Dios) que sale y juega al fútbol en la tele cada dos por tres. El mundo del fútbol de su infancia no será tan mágico como lo fue el mío, no. Pero yo le compraré los cromos que haga falta para completar su álbum y, cuando Fratello tenga edad, quizá el año que viene, completaremos dos colecciones por temporada. A lo mejor, por algún error inexplicable, nos sale el misterioso cromo de Chuso.
En fin. No comprendo cómo la literatura ha ignorado durante tantos años la importancia de los cromos en la infancia. En las novelas hay niños muy falsos: mucho subirse a los árboles, mucho soñar con el coño de la vecina, mucho visitar a papá en la cárcel y mucho irse al río a jugar, pero… ¿Y los cromos? Yo pasé buena parte de mi vida infantil mirando, jugando, ordenando mis cromos de fútbol. Soñando con ellos. En tiempos en que el fútbol televisivo era casi un acontecimiento histórico-nacional, los partidos se jugaban dentro de esas maravillosas cartulinas. ¿Era Babiloni, ese medio del Castellón, un tuercebotas? Ni idea, pero para mí, luciendo ese nombre, no podía tratarse más que de un fino estilista. Y sin duda la Real Sociedad contaba con una defensa de lujo; no podía ser otra, con unos zagueros apellidados Gaztelu y Gorriti. Del mismo modo, el Racing de Santander y el Murcia no eran equipos serios, no mientras en sus plantillas militaran Geñupi y Chinchurreta. Bueno, en fin. No sé si Umbrello podrá imaginarse tantas cosas como hice yo, porque Messi, por ejemplo, no es solo un pedacito de cromo con un nombre bonito, sino una persona real (gracias a Dios) que sale y juega al fútbol en la tele cada dos por tres. El mundo del fútbol de su infancia no será tan mágico como lo fue el mío, no. Pero yo le compraré los cromos que haga falta para completar su álbum y, cuando Fratello tenga edad, quizá el año que viene, completaremos dos colecciones por temporada. A lo mejor, por algún error inexplicable, nos sale el misterioso cromo de Chuso.
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5 Comments:
http://goo.gl/t54Hc
http://goo.gl/TfHHs
http://goo.gl/AWiKd
Por curiosidad, ¿en qué temporada el tal Chuso no quiso aparecer en tu colección de cromos?...
Tendría que comprobarlo, pero creo que el Chuso que me falta es de la temporada 72/73 o 73/74
Oh, mira, mira. Gracias a J.Druillet ahora sé lo que siempre sospeché: hay un mercado negro con los cromosde Chuso.
El álbum de cromos es la clave de bóveda de cualquier infancia. No importa que no lo recuerdes. Antes o después, la infancia te telefonea y te habla de aquellos cromos que etcétera.
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