Razones
Me acordé de una maestra que tuve en mi infancia, una mujer muy mayor. Un día empezó a enseñarnos los principales países de Europa y sus respectivas capitales, un asunto que yo creía dominar ya gracias a mi precoz amor por los mapas. La maestra trazó en la pizarra el contorno del continente y empezó a poner letreritos en su interior: Francia-París, Italia-Roma, Rumanía-Bucarest, etcétera.
Mi sorpresa llegó cuando al este de Europa aparecieron tres países de los que yo nunca había oído hablar hasta entonces: Lituania, Letonia y Estonia. Esos nombres me parecieron maravillosos, tan tintinescos ellos, que los dibujé con entusiasmo en mi libreta, destacando con reverencial rojolápiz el nombre de sus extrañas capitales: Vilna, Riga, Tallin. Llegué a casa y pregunté a mi padre por esos misteriosos países: “Ya no existen”, fue su respuesta. Eso ocurría a principios de los años 70 y mi padre tenía razón. Años más tarde resultó que la maestra sí tuvo razón y que mi padre se equivocaba.
Me acordé de eso releyendo el otro día a mi querido Le Carré, con su impenetrable telón de acero, sus espías soviéticos y ese movimiento por la independencia del Báltico que defiende el desgraciado Vladimir. “Una causa perdida, desde luego”, escribió Le Carré. Entonces tenía razón. Y ahora ya no.
Mi sorpresa llegó cuando al este de Europa aparecieron tres países de los que yo nunca había oído hablar hasta entonces: Lituania, Letonia y Estonia. Esos nombres me parecieron maravillosos, tan tintinescos ellos, que los dibujé con entusiasmo en mi libreta, destacando con reverencial rojolápiz el nombre de sus extrañas capitales: Vilna, Riga, Tallin. Llegué a casa y pregunté a mi padre por esos misteriosos países: “Ya no existen”, fue su respuesta. Eso ocurría a principios de los años 70 y mi padre tenía razón. Años más tarde resultó que la maestra sí tuvo razón y que mi padre se equivocaba.
Me acordé de eso releyendo el otro día a mi querido Le Carré, con su impenetrable telón de acero, sus espías soviéticos y ese movimiento por la independencia del Báltico que defiende el desgraciado Vladimir. “Una causa perdida, desde luego”, escribió Le Carré. Entonces tenía razón. Y ahora ya no.
Etichette: John le Carré
3 Comments:
Hola Jordi,
tengo entre manos un proyecto de libro titulado "Libro de voyeur". Se trata de una serie de dibujos acompañados por breves textos. Tal vez, quizá, quién sabe, pudiese interesarte participar. Pueden verse en: www.flickr.com/photos/pablogallo
correo: pintorgallo@yahoo.es
www.youtube.com/pablogallo75
es.geocities.com/pintorgallo
Un saludo.
Hola Jordi,
tengo entre manos un aparato llamado "teclado de ordenador". Se trata de un conjunto de teclas con letritas encima. Tal vez, quizá, quién sabe, pudiese interesarte conocerlo y escribir con él más post de los que últimamente acostumbras.
Si decides usarlo, cuélgalo todo en miraquehefet.blogspot.com
Hace tiempo alguien dijo: "sólo son escritores los que publican libros", el tiempo, tú y alguno más habéis conseguido que esa frase perdiera veracidad.
Las razones mudan, sí; o mejor, la verdad. Y sí, los nombres los países bálticos resultan muy tintinescos. Saludos.
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