La hermana de Mirabelle
A mí la que me gustaba era Mirabelle, era una princesa delicada y salvaje, maliciosamente complicada y tan sencilla, misteriosa y qué coño, yo no soy Góngora, en fin, que estaba muy buena y a mí me traía loco. Su hermana menor se llamaba Ginette, un nombre que no está mal, suena a tía deliciosa, pero la verdad es que no me gustaba para nada, era el vivo retrato de Glenn Close y yo a Glenn Close la asesinaría continuamente, me pone de los nervios. Pero ese verano Mirabelle vino a Salou con su hermana menor, que era belga como ella, claro, qué tontería, y me la presentó, y esa noche en la discoteca me la adjudicó para poder ella quedar libre haciendo lo que sea con quien quisiera donde fuera.
No sé qué debió pensar Ginette de mí, ella era Glenn Close, pero ciertamente yo tampoco soy John Malkovitch, diría que mis rasgos físicos nunca han sido explotados por el séptimo arte, bueno, quizá alguna vez en alguna película sobre judíos en campos de concentración. Sea como fuere Ginette se quedó conmigo esa noche en la discoteca y bailamos un rato y bebimos una eternidad, seguramente para poder pensar yo en Mirabelle y ella en vete a saber quién, en su Malkovitch quizá. Pero los caminos del Señor son inescrutables hasta en Salou y Ginette y yo acabamos juntos en mi apartamento y nos metimos en la cama borrachos como cubas y castamente nos dormimos inmediatamente sin llegar ni a tocarnos. Y a la mañana siguiente, no eran ni las nueve, nos despertamos los dos a la vez y mareados, y con una terrible jaqueca, y nos besamos, no sé quién empezó, pero empezamos a besarnos y en fin, me pareció todo bastante horrible y cuando terminamos lo que iniciamos con esos besos volvimos a quedarnos dormidos.
Y no fue hasta por la tarde que volvimos a despertarnos, los dos a una, por lo que se ve Ginette y yo estábamos hechos el uno para el otro, al menos para dormirnos y despertarnos, y la miré y vi a Glenn Close y recordé lo que hicimos esa misma mañana y noté un nudo en el estómago y un mareo creciente y es muy posible que ella sintiera lo mismo que yo cuando me miró, porque no dijo nada pero la vi mareada y con jaqueca. Pero se quedó, y no me molestó que lo hiciera, porque los caminos del Señor son muy inescrutables, y preparamos algo de comer sin decir nada y comiendo y viendo en la tele una etapa del Tour de Francia que terminaba en Bruselas, Bélgica, que era la ciudad de Ginette y Mirabelle, encontramos algo de qué hablar, y me di cuenta de que apenas habíamos cruzado palabra desde que la noche anterior Mirabelle nos había unido en poco santo matrimonio para poder irse ella como una loca por ahí sin hermana menor ni baboso pretendiente.
Hablando del Tour, de Bruselas, de su hermana Mirabelle, de esas vacaciones en Salou, de la noche anterior, de mí, de ella y de esa mañana, me di cuenta poco a poco de que Ginette seguía siendo como Glenn Close, claro, pero una Glenn Close delicada y sencilla, amable y tierna y hasta divertida y ya dije que yo no soy Góngora, y aunque tampoco soy Malkovitch algo vio ella en mí, supongo, y empezamos a besarnos otra vez, no sé quién empezó, y esa vez no me sentí ni mareado ni con jaqueca, y me vino a la cabeza una de esas tonterías mías, pensé que Ginette era como la paella, sabía mejor por las noches y recalentada, y me hizo reír un poco y Ginette me preguntó de qué me reía con expresión traviesa y entonces la encontré tan deliciosa como su nombre, Ginette, y la besé con ganas y cuando terminamos nos quedamos dormidos al unísono.
No sé qué debió pensar Ginette de mí, ella era Glenn Close, pero ciertamente yo tampoco soy John Malkovitch, diría que mis rasgos físicos nunca han sido explotados por el séptimo arte, bueno, quizá alguna vez en alguna película sobre judíos en campos de concentración. Sea como fuere Ginette se quedó conmigo esa noche en la discoteca y bailamos un rato y bebimos una eternidad, seguramente para poder pensar yo en Mirabelle y ella en vete a saber quién, en su Malkovitch quizá. Pero los caminos del Señor son inescrutables hasta en Salou y Ginette y yo acabamos juntos en mi apartamento y nos metimos en la cama borrachos como cubas y castamente nos dormimos inmediatamente sin llegar ni a tocarnos. Y a la mañana siguiente, no eran ni las nueve, nos despertamos los dos a la vez y mareados, y con una terrible jaqueca, y nos besamos, no sé quién empezó, pero empezamos a besarnos y en fin, me pareció todo bastante horrible y cuando terminamos lo que iniciamos con esos besos volvimos a quedarnos dormidos.
Y no fue hasta por la tarde que volvimos a despertarnos, los dos a una, por lo que se ve Ginette y yo estábamos hechos el uno para el otro, al menos para dormirnos y despertarnos, y la miré y vi a Glenn Close y recordé lo que hicimos esa misma mañana y noté un nudo en el estómago y un mareo creciente y es muy posible que ella sintiera lo mismo que yo cuando me miró, porque no dijo nada pero la vi mareada y con jaqueca. Pero se quedó, y no me molestó que lo hiciera, porque los caminos del Señor son muy inescrutables, y preparamos algo de comer sin decir nada y comiendo y viendo en la tele una etapa del Tour de Francia que terminaba en Bruselas, Bélgica, que era la ciudad de Ginette y Mirabelle, encontramos algo de qué hablar, y me di cuenta de que apenas habíamos cruzado palabra desde que la noche anterior Mirabelle nos había unido en poco santo matrimonio para poder irse ella como una loca por ahí sin hermana menor ni baboso pretendiente.
Hablando del Tour, de Bruselas, de su hermana Mirabelle, de esas vacaciones en Salou, de la noche anterior, de mí, de ella y de esa mañana, me di cuenta poco a poco de que Ginette seguía siendo como Glenn Close, claro, pero una Glenn Close delicada y sencilla, amable y tierna y hasta divertida y ya dije que yo no soy Góngora, y aunque tampoco soy Malkovitch algo vio ella en mí, supongo, y empezamos a besarnos otra vez, no sé quién empezó, y esa vez no me sentí ni mareado ni con jaqueca, y me vino a la cabeza una de esas tonterías mías, pensé que Ginette era como la paella, sabía mejor por las noches y recalentada, y me hizo reír un poco y Ginette me preguntó de qué me reía con expresión traviesa y entonces la encontré tan deliciosa como su nombre, Ginette, y la besé con ganas y cuando terminamos nos quedamos dormidos al unísono.
1 Comments:
Conte? jo crec que això són fets reals jajajaja... però m'encanten :p.
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