La tercera enmienda
De adolescente escribí una apasionante historia que transcurría en Kentucky y que gozaba de todos los tópicos aprendidos en las películas americanas, de las buenas y de las malas. En un momento de la narración, el protagonista era detenido por el FBI, que pretendía interrogarle. Para evitarlo, mi héroe exclamaba:
-“¡Me acojo a la tercera enmienda!”
Años más tarde descubrí que lo que la tercera enmienda garantiza es no tener que “alojar tropas en los hogares excepto en tiempo de guerra”. A causa de mis nulos conocimientos de Derecho, aún no sé en realidad cuál de las 27 enmiendas a la Constitución estadounidense le habría interesado a mi protagonista que, por cierto, se libró del interrogatorio del FBI con un hábil salto por una ventana accidentalmente abierta sobre un camión lleno de paja que, accidentalmente, pasaba por la calle en ese momento.
-“¡Me acojo a la tercera enmienda!”
Años más tarde descubrí que lo que la tercera enmienda garantiza es no tener que “alojar tropas en los hogares excepto en tiempo de guerra”. A causa de mis nulos conocimientos de Derecho, aún no sé en realidad cuál de las 27 enmiendas a la Constitución estadounidense le habría interesado a mi protagonista que, por cierto, se libró del interrogatorio del FBI con un hábil salto por una ventana accidentalmente abierta sobre un camión lleno de paja que, accidentalmente, pasaba por la calle en ese momento.
1 Comments:
Acabo de descubrir que el chiste de la enmienda estadounidense aparece, de una forma más o menos similar, en un libro de Woody Allen, que por supuesto, yo SI había leído. No es un plagio voluntario, pero sí por supuesto inconsciente.
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