Mi oreja izquierda
El primer cigarrillo de esta mañana lo he encendido al revés y, después, al empezar a ducharme, he observado con estupor que el agua resbalaba ante mis ojos y que por tanto no me había quitado las gafas. En qué estaré pensando, me he dicho. Y reflexionando sobre eso me he dado cuenta de que mientras ocurrían esas pequeñas desgracias recordaba yo que ayer estuve viendo unas fotografías que tomé hace ya quince años en Newcastle, Inglaterra y que, viéndolas, me acordé de que una en concreto la tomé por error mientras comprobaba si el objetivo de la cámara estaba limpio. Apreté sin querer el disparador de la cámara y me hice una foto en la que aparece mi oreja izquierda y, al fondo, un edificio bastante cochambroso en cuyos bajos hay un pub cuyo nombre no se distingue y una señal de tráfico. La foto errónea la hice desde el último asiento de un autobús, así que, aparte de mi oreja, todo lo demás se distingue de forma muy borrosa por culpa de un parabrisas sucio.
Pensé ayer, al ver la foto, que han transcurrido ya quince años pero el tiempo no parecía haber pasado para mi oreja izquierda. Vi que en algún momento habré cambiado de gafas, pero me dio la impresión de que mi oreja izquierda seguía tan joven como ese día en Newcastle. Sin embargo, y pese a que no he vuelto a esa ciudad, estoy seguro de que ese edificio cochambroso y ese pub cuyo nombre ignoro y hasta la señal de tráfico han cambiado mucho en esos quince años. Y con toda seguridad han limpiado decenas de veces el parabrisas trasero del autobús y es muy posible incluso que el vehículo haya sido retirado de la circulación.
Ayer pensé que si ese día apreté el disparador por error fue para dejar constancia, quince años después, de que el tiempo pasa y yo aún sigo sintiéndome joven. Pero esta mañana, tras encender el cigarrillo al revés y ducharme con las gafas puestas he pensado que, bueno, que quizá el tiempo también ha pasado para mi oreja izquierda.
Pensé ayer, al ver la foto, que han transcurrido ya quince años pero el tiempo no parecía haber pasado para mi oreja izquierda. Vi que en algún momento habré cambiado de gafas, pero me dio la impresión de que mi oreja izquierda seguía tan joven como ese día en Newcastle. Sin embargo, y pese a que no he vuelto a esa ciudad, estoy seguro de que ese edificio cochambroso y ese pub cuyo nombre ignoro y hasta la señal de tráfico han cambiado mucho en esos quince años. Y con toda seguridad han limpiado decenas de veces el parabrisas trasero del autobús y es muy posible incluso que el vehículo haya sido retirado de la circulación.
Ayer pensé que si ese día apreté el disparador por error fue para dejar constancia, quince años después, de que el tiempo pasa y yo aún sigo sintiéndome joven. Pero esta mañana, tras encender el cigarrillo al revés y ducharme con las gafas puestas he pensado que, bueno, que quizá el tiempo también ha pasado para mi oreja izquierda.
7 Comments:
Dicen que la única parte del cuerpo que nunca deja de crecer son las orejas... debe ser por eso que la media de vida del ser humano está en setenta y algo, pues si vivieramos quinientos años acabariamos siendo dumbo.
Me dejas preocupada...
¿tienes oreja derecha?
también la nariz y los pechos de las mujeres, cabeza mechero...
paula
Qué gusto volver a leerle!
tanto cascote, tanto cascote... ;)
...los pechos de las mujeres siguen creciendo...? ups...creo que algo falla en mi anatomía.
Agradezco entonces que la media de edad sean los setenta... una mujer con 500 años, orejona, nariguda y tetona... ufffff! que erotismo más surrealista!
Saludos!
Madre mia como se han degradado los cometarios, pero apoyo lo de que los pechos crecen, pasad un embarazo y lo comprobareis.
A mi lo que no me cambia ni a tiros es la cara, es la misma de cuando tenia 10 años, debo tener un problema de crecimiento no??
Besotes
Yo guardo una foto borrosa de París, 1985. En ese viaje me enrollé por primera vez en un autocar y luego me ardió entre las piernas durante semanas, hasta que volvimos a encontrarnos y la química había desaparecido. Esa foto me recuerda que a veces es mejor dejar las cosas sin definir, pues así la química se convierte en magia. No está en mi naturaleza conseguirlo. Lo que sí que consigo a veces es definir la magia, aunque dure poco.
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