domenica, aprile 13, 2008

Umbrello es una incógnita

 

En 1937, el célebre pediatra norteamericano Walt Disney estableció los siete arquetipos más frecuentes en los que se pueden resumir el carácter de un recién nacido. Los arquetipos de Disney, conocidos como Escala Dwarfs, siguen vigentes hoy en día a pesar de que su creador acabara condenado por un tribunal internacional bajo la acusación de crueldad infantil y congelado en vida en La Haya.
Los siete arquetipos de Disney clasifican a los bebés como sabio, bonachón, dormilón, gruñón, mocoso, tímido o mudito. En apenas una semana, la Nueva saldrá de cuentas y el pequeño Umbrello, que es así como llamaremos a nuestro bebé, llegará al destartalado mundo de estos días; mientras esperamos, la Nueva y yo intentamos imaginar a qué arquetipo responderá el pequeño Umbrello.
No creemos que sea un sabio, pues la genética no le acompañará. Yo soy un cretino mayúsculo y la Nueva suele decir que de jovencita ella era “una burra pedante”. Dudo de que Umbrello se convierta en un premio Nobel. Pero pienso que quizá el padre de Einstein fue un monumental mentecato. Así que quizá sí. No sé. ¿Será Umbrello un bonachón? Observando la placidez con la que se comporta en el vientre materno, es muy posible que sí. Pero tanto la Nueva como yo tenemos a menudo incontrolables ataques de furia: cuando pierde el Barça o al aparecer Zaplana por la tele, por ejemplo. No somos en absoluto unos perfectos bonachones. ¿Y si es un gruñón? Aquí Umbrello sí contará con la ayuda de la genética. Yo gruño todo el rato y a la Nueva también le encanta gruñir. Nos pasamos el día declinando el verbo gruñir. Pero también dicen que los hijos suelen contradecir a sus padres por simple espítiru de rebeldía, así que a lo mejor Umbrello acaba siendo un santo varón que sonreirá beatíficamente a cada encuentro por el pasillo de casa a sus gruñones progenitores. ¿O acabará siendo un mocoso? No me imagino que en la vida real alguien pueda ser calificado como mocoso. Los mocosos solo aparecen en las películas, como los abrazos familiares en los porches o las casitas infantiles en lo alto de los arboles. “Oye, mocoso, sal de aquí”. “Sucio mocoso, lárgate si no quieres que te vuele la tapa de los sesos”; eso oímos en las películas. Y quizá Umbrello pierda mucho moco, pero sólo pensando muy cruelmente puedo llegar a imaginarme que un día alguien le califique básicamente de mocoso: “¡Ah, Umbrello, qué mocoso era!”. ¡Tímido! Seguro que Umbrello será tímido. Yo lo soy mucho, hasta lo enfermizo. Pero la Nueva no lo es tanto. Así que quizá será un niño medio tímido. Eso no me gustaría. Si alguien es una cosa, que lo sea con todas las consecuencias. ¿Y mudito? Bueno, espero que Umbrello no nos dé mucho la lata, al menos en sus primeros tiempos, pero estaría bien oírle llorar de vez en cuando. Que llore de cuatro a once de la tarde, por ejemplo, que es cuando yo toco el piano en un burdel.
No sé qué pensar. Umbrello es una incógnita. Así que no sé. Habrá que esperar unos días.
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