sabato, luglio 30, 2005

Perico de los Palotes


Demostración fehaciente de que el mítico Perico de los Palotes existe realmente.
Diario “Marca”, 27 de septiembre de 1997
Posted by Picasa

Etichette:

mercoledì, luglio 27, 2005

Finiquito

Llevaba días observando al canario. Desde la semana anterior que no parecía el mismo, daba vueltas y vueltas sobre sí mismo, nervioso, y gritaba todo el rato. Ya sé que los canarios cantan, pero lo de Finiquito eran más bien gritos, como los de una mujer diminuta y con escasa capacidad pulmonar a la que persiguiera un enloquecido asesino con un hacha. Antes Finiquito no era así. Era más bien soso y autista, y silencioso como un reloj de arena.
Me dio la impresión de que Finiquito estaba así de raro desde que mi vecino Birraboy inició su mudanza. Debido a la amistad que forjamos tras años de compartir vecindad -aunque Birraboy a veces confundía vecindad con vecindaje-, y que justamente yo me dedico profesionalmente a las mudanzas y traslados, le presté uno de los vehículos de mi inmensa flotilla de camiones y camionetas para realizar la mudanza. Pensé que quizá Finiquito había visto la camioneta y se imaginó que éramos nosotros quienes nos trasladábamos, y que eso le entristeció. Pero no, qué coño iba a conocer Finiquito mi camioneta. Admito que mis vehículos son inconfundibles, con ese azul eléctrico y esas enormes letras amarillas, MESTRANSA. Pero Finiquito no sabe leer, que yo sepa, así que me niego a creer que pudiera relacionar la mudanza conmigo.
En fin, sea por lo que sea, Finiquito ya no era el pájaro autista que conocí y que tanto amaba. Ya no se paseaba sobre mi hombro derecho haciéndome sentir el mas ridículo de los piratas urbanos, y ni siquiera había vuelto a lanzarse en picado sobre mi sopa humeante y autoinfligirse quemaduras de tercer grado, lo que me impidía visitar tan a menudo como antes el consultorio veterinario del doctor Bellesguard y, en consecuencia, ver a su secretaria, la señorita Abril.
Hacía años que, frecuentemente, yo pasaba largas tardes en la consulta veterinaria. Mientras el doctor Bellesguard curaba amorosamente las graves heridas que Finiquito sufría por culpa de su estupidez pajaril, la señorita Abril y yo manteníamos largas conversaciones y diría que ya estaba a punto de conseguir que la muchacha abandonara su profesional seriedad para regalarme, no ya una cita, pero sí al menos una sonrisa.
Creo que me enamoré de ella por la manera de silbar de Finiquito en cuanto la veíamos. Desde la primera vez, en cuanto llegábamos a la consulta Finiquito abandonaba su habitual autismo y empezaba a silbar. ¡Y qué manera de silbar! Ahora no sé si la señorita Abril me gustaba más a mí que a él. El pájaro asomaba su cabecita por entre las vendas o las escayolitas y le dedicaba alguna escogida pieza de su, por otra parte limitado, repertorio musical. Algún tango de Gardel, alguna mazurca de Chopin o algún motete del Barroco español. Intuyo, sin embargo, que fue el día en que Finiquito empezó a silbar una canción compuesta por él mismo, y que yo detesto especialmente, que Abril empezó a mirarnos de reojo mientras esperábamos que nos atendiera el doctor. Es una canción para la que Finiquito apenas entreabre su piquito y silba algo así como “estoy tocando algo!!!” y de repente pasa de graves a agudos y canturrea algo como “seríamos crazies na-na-ná”.
En fin. Eso es el pasado. Ayer por la tarde llevé a Finiquito a la consulta del doctor Bellesguard para que examinara el extraño comportamiento del canario. La señorita Abril tampoco se mostró esta vez muy agradable y nos dio paso casi inmediatamente. El doctor Bellesguard dijo “mmm” cuando le conté los síntomas de Finiquito.

-Para esto tendrá que ir al doctor Pons Moraleja -dijo- Yo no me ocupo de patologías mentales -añadió.

La secretaria del doctor Pons Moraleja es fea y más bien vieja. No es lo mismo. Los desequilibrios nerviosos de Finiquito no tienen remedio, me dijo el doctor. Por la noche, en casa, intenté convencer al pájaro loco para que se lanzara una vez más sobre la sopa, o que al menos sufriera algún traumatismo que entrara dentro de las especialidades del doctor Bellesguard y así podríamos ir a ver a Abril, pero en el intento Finiquito se me desnucó. Mañana iré a comprarme un panda.

*Este cuento fue escrito anoche y de forma improvisada, a cuatro manos, entre mi hermana Jenny y yo mismo. Sin embargo, el nombre de Finiquito me lo inventé yo solito, eh.

martedì, luglio 26, 2005

Mar Muerto

“Soy tan viejo que cuando yo era niño el Mar Muerto tan sólo estaba enfermo”

(George Burns, actor y escritor estadounidense del que no sé nada, he encontrado la frase navegando por ahí)

sabato, luglio 23, 2005

Hasta que me canse

“Solía dominarme la sed por lo desconocido, pero esa sed ya no existe. Dios mío, déjame seguir con lo que ya conozco hasta que me canse de ello; con eso me doy por satisfecho”

(George Eliot: El velo alzado)

martedì, luglio 19, 2005

Días que no existieron

He leído que en 1582, para compensar errores en el calendario humano con respecto al natural (esas cosas de las mareas, el sol y cosas que nunca he entendido), el Papa Gregorio XIII eliminó los 10 días que debían transcurrir entre el 4 y el 15 de octubre de ese año. Es decir, del 4 de octubre de 1582 se pasó directamente al día 15. Nunca existió, por ejemplo, el 8 de octubre de 1582, al menos en los países que admitieron la reforma que el Papa había hecho del calendario. Inglaterra y Estados Unidos no aceptaron que Gregorio XIII tenía razón hasta 1752, y entonces eliminaron los días entre el 3 y el 13 de septiembre de ese año para ponerse al día.
Deduzco, en consecuencia, que entre 1582 y 1752, el 23 de abril en España, por ejemplo, no era el mismo día en Inglaterra. Y sospecho, por lo tanto, que ese tópico tan repetido de que Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día es falso. Es decir, sí murieron ambos el 23 de abril de 1616, pero no era el mismo día. Siendo exactos, para los españoles Cervantes murió el 23 de abril y Shakespeare, también, pero era... el 13 de abril. Y, para los ingleses, Shakespeare murió el 23 de abril y Cervantes también... pero el 3 de mayo. ¿O me he hecho la picha un lío? ¿Qué día murieron?

Etichette: ,

lunedì, luglio 18, 2005

Amor

“De lluny t´estimava més”

(Andre Gide: La porta estreta)

venerdì, luglio 15, 2005

Maria Särkkälä

Pasé dos meses en Helsinki, al final de mi adolescencia, gracias a una beca que me concedió la ya desaparecida Agencia Europea de la Juventud, en el marco de un proyecto que pretendía facilitar las comunicaciones entre los jóvenes europeos y que al cabo de pocos años acabó, como tantas otras loables iniciativas, durmiendo en el cajón de algún burócrata de Bruselas. En Helsinki me alojé en casa de los Särkkälä, una familia muy acogedora con tantas hijas como diéresis tenía su apellido, a una de las cuales, Maria, no llegué a conocer puesto que mientras yo ocupaba su lugar entre los Särkkälä ella vivía con mi familia en Barcelona.
Los Särkkälä poseían una casa estupenda, o eso me pareció a mí al principio. Al proceder yo de un país mediterráneo, no estaba muy acostumbrado a vivir sobre calurosas moquetas y eso de andar por casa sin zapatos y en calcetines se me antojaba, no se por qué, el súmmum del confort y del bienestar. Luego, a los pocos días, me di cuenta de que, en realidad, los Särkkälä era una familia de clase media, media baja para ser más exactos, y que no vivían precisamente en la abundancia a pesar de sus calurosas moquetas. Jiri, el padre, era jardinero de la municipalidad de Helsinki y Maria, la madre, trabajaba en un supermercado. Ya he dicho que tenían tres hijas: Maria, la mayor, estaba en esos momentos en mi casa de Barcelona. Las otras dos, Jutta y Helena, eran gemelas, tan iguales como rubias, y la mar de atractivas, algo no muy habitual en Finlandia, puesto que en ese país las mujeres no son excesivamente guapas. Rubias sí, pero guapas no. Podría decirse que las finlandesas parecen fallidos proyectos de suecas.
Por las mañanas yo asistía a unos talleres organizados por el Ministerio de Cultura de Finlandia en colaboración con la Agencia Europea de la Juventud, en la que nos ofrecían aburridas charlas sobre Europa, la juventud, la tolerancia y todas esas banalidades. Siempre me dio la sensación de que el objetivo real de esas actividades no era mejorar mis sentimientos hacia el proyecto común europeo, sino dar trabajo durante el verano a una serie de individuos a los que, por algún u otro motivo, la Unión Europea les debía favores. Las charlas, a cargo de esos tipos, eran en realidad una sarta de tópicos y ni a un adolescente como yo podían engatusar. Mejoré mi inglés, eso sí, y hasta aprendí algunas palabras en finés.
Me gustaría decir que aprendí algo más en Helsinki y que Jutta y Helen me instruyeron en pervertidas actividades sexuales y en obscenas posturas, pero en realidad no fue así. Desde el primer día me di cuenta de que yo había decepcionado a las dos hermanas Särkkälä que, sin duda, al enterarse de que un muchacho procedente de España se alojaría en su casa durante dos meses, habían dado rienda suelta a sus fantasías. No diré que esperaban a una especie de Antonio Banderas, porque en aquellos tiempos Antonio Banderas aún no existía y porque los galanes españoles de la época (no sé, Imanol Arias y Arturo Fernández, por ejemplo) eran absolutos desconocidos en Finlandia, pero evidentemente esperaban algo mejor que una especie de Woody Allen mediterráneo. Y aunque en sus películas Woody Allen liga como el que más con las mujeres más hermosas, doy fe de que en la vida real sus involuntarios imitadores no tenemos el mismo éxito. Así que Jutta y Helen pasaron bastante de mí, por no decir que me obviaron sin disimulo, y mis relaciones familiares con los Särkkälä se limitaron a dialogar con el señor Jiri sobre la jardinería en general y la finlandesa en particular, y a mostrarle a la señora Maria ricas recetas de la comida catalana a cambio de aprender a cocinar el suöka o el estofado de alce.
Mi gran consuelo durante esos días en casa de los Särkkälä fue Maria, la hija mayor, justamente la que en esos momentos ocupaba mi sitio entre mi propia familia en Barcelona. Los Särkkälä me instalaron en su habitación, que la muchacha había decorado con posters de ídolos de la época, como los Sigue Sigue Sputnik o Mickey Rourke, por ejemplo, y con sus propias fotografías: Maria y sus amigas, Maria y sus amigas borrachas, Maria y un novio, Maria con otro novio, Maria montando a caballo, Maria montando un alce, Maria bebiendo cerveza en el Molly Malone de la calle Kaisaniemenkatu, Maria y sus hermanas, Maria y su familia, Maria comiendo gambas frescas en el puerto, Maria en el ferry hacia Estocolmo, Maria haciendo el asno con el señor Jiri, Maria de compras por Mannerheimint, Maria y mil japoneses visitando el Suommenlinna, etcétera. Maria era guapísima y me enamoré de ella como un imbécil y cada una de mis noches en Helsinki soñé con que yo me encontraba en Barcelona y que ella también y que yo le mostraba la Sagrada Familia y comíamos falafels en la Plaça Real y la besaba en diversos escenarios de la Barcelona pre-preolímpica.
Todo era muy bonito y sentimental. Cuando volví a casa, mis hermanos no tardaron ni media hora en contarme con cara de sátiros que Maria era insaciable y que conocía todo tipo de obscenas posturas y perversas actividades y que hasta habían hecho fotos. No quise verlas y mis recuerdos de Maria Särkkälä quedaron encerrados mentalmente hasta hoy entre diéresis, digo entre paréntesis.

lunedì, luglio 11, 2005

Gary Larson (4)


“¡Camarero! ¿Qué está haciendo esa sopa en mi mosca?”

(Gary Larson)
Posted by Picasa

Etichette:

domenica, luglio 10, 2005

Si arribeu

Si arribeu en la vida més lluny d'on pugui arribar,
moriré molt gelós del que m'hàgiu avançat,
que no em sabré resignar a no ser el millor vianant,
l'atleta més fornit i el més frondós amant.

I no em vulgueu consolar, només digueu-me, si de cas,
tot allò que hàgiu vist i jo no podré mirar:
la fondària dels rius que els meus peus no mullaran,
la fragància del cos que no podré estimar,
la immensitat d'un cel en el qual mai no he volat,
les espurnes d'un foc que no m'hauran cremat,
les barques que a la mar no podré amarinar.
No em doneu consol, no em sabré consolar.

I perquè sé que vosaltres anireu més lluny que jo,
estic gelós i content, molt gelós i content
de la sort que heu tingut, de la sort que tindreu,
que tanmateix sé que mai no he estat fornit atleta,
ni tan sols digne amant, només un vianant.

(Lluís Llach: Si arribeu, 1974)

Etichette:

Primera frase

Anoche, mientras dormitaba viendo la tele, se me ocurrió de repente la primera frase para un cuento:

“En toda mi vida sólo he conocido a un hombre al que podría calificar de genio”

Dios mío, me dije con rabia. ¿Es que siempre tengo que escribir de mí mismo?

Etichette:

venerdì, luglio 08, 2005

En York

A mediodía me levanté, me tragué con dificultad un infecto mejunje en un pequeño restaurante vietnamita cerca del hotel y paseé por York, la capital romana de la Gran Bretaña, a la que me habían llegado mis indecisos pasos turísticos de aquel verano. Al parecer, los romanos de la Gran Bretaña eran grandes amantes de los souvenirs, porque York estaba infectado de ellos. Las murallas, el gran reclamo turístico de la ciudad, eran más bien decepcionantes y, al igual que las tiendas de souvenirs, daban la impresión de haber sido construidas la semana anterior. Me senté en el césped ante la Clifford Tower, otra de las maravillas de York, que me pareció pequeña, fea y de nulo interés, y busqué en mi cartera hasta encontrar la foto de Abril.
Contemplé la foto unos instantes y, ante mi sorpresa, no sentí ni un nudo en el estómago ni un calor infernal en mis pulmones ni se me aceleró el corazón. De acuerdo, era una foto carné y Abril no salía demasiado agraciada, pero sin duda era Abril.
Sentí algo parecido a la tranquilidad. Pensé que en York había dormido ya dos veces como un lirón por primera vez en muchas semanas y que la noche anterior incluso había reído como un tontaina, feliz y despreocupado, cantado en el pub de Gerald que “the robin is the male and the farthing is the female”. Me acordé de Gerald, de sus hermanos Mortimer y Jonathan, de la señora Helen, del joven Peter. Contemplé el césped que se extendía delante de mí. Pensé que quizá en York podría ser feliz y empezar una nueva vida. Conocería a una buena muchacha y ambos formaríamos una familia con muchos niños. Podríamos comprar unos acres de terreno y criar vacas, como en el Oeste.
Empezó a llover. Deja de pensar chorradas, me dije. Qué coño debe ser un acre.

martedì, luglio 05, 2005

Tom Principato

Jo de blues no en sé res. I tampoc m´agrada gaire: si és blues autèntic, la veritat és que em sembla molt avorrit. Si no és autèntic, ja em diràs perquè perdre-hi el temps. Però em venia de gust sortir, i quan el Quim em va trucar per convidar-me al concert que feien aquella nit al Wild Boar, vaig dir que sí.

-I qui toca? -vaig preguntar-li quan ens vam trobar dues hores després.
-El Tom Principato -va dir-me ell.
-I qui és aquest?
-Un bluesman. Molt bo. No és una primera figura, però és bo. I presenta la seva nova banda.

Molt bé, doncs. I sí, el Principato semblava bo. No feia blues d´aquell que fa dormir a la tercera cançó, sinó més aviat rock, però ja m´estava bé i no vaig protestar, al contrari. A mi, als concerts, em passa que de tant en tant em distrec i em quedo hipnotitzat veient els músics, però no n´estic segur de sí també els escolto. Amb el Tom Principato i la seva nova banda em va passar això mateix. En la nova banda no m´hi vaig fixar massa, perquè de fet no coneixia l´antiga i perquè tampoc sóc tan esnob com per estudiar els músics per després fer sentències del tipus el guitarrista puntejava massa ràpid les semifuses, si és que una bajanada així és possible de fer. Però en el Tom Principato sí m´hi vaig fixar. El Principato era nord-americà i aviat vaig imaginar-me la seva possible història. Potser va neixer a Vaccaville, o a Des Moines, o a Tupelo. A Vaccaville, decididament, vaig pensar. Què devia fer a l´escola, aquest tipus, quan era petit? A l´institut segur que es va enamorar de la cap de cheerleaders -he vist moltes pel.lícules- que es deia Elaine… No, Elaine no. Es deia… Allison… Sue Sheridan! La cap de cheerleaders es deia Sue Sheridan, i el Tom Principato estava boig per ella. Però la Sue Sheridan li va donar carbasses, perquè s´estimava el Bill Douglas, el millor esportista de l´escola. I al Tom Principato, que era molt tímid, i per això encara s´amaga darrera aquestes ulleres de sol, se li va trencar el cor i es va refugiar en la seva guitarra. I fins ara.

-Molt bo, oi? -va dir-me el Quim quan el bateria de la nova banda del Principato va acabar un espectacular solo.
-Sí, sí -vaig dir jo, tornat de cop a l´actualitat del concert.
-Thank you, Barcelona -va dir Tom Principato apropant-se al micro- The next song: Colfax Station.

Em va fer gràcia el títol de la cançó, per motius que no venen al cas, i aquesta vegada sí que vaig parar atenció a la música. Colfax Station era una autèntica barreja de rock i blues, amb moments que haurien firmat l´Elvis o el Chuck Berry, i amb altres on tota la bogeria s´aturava bruscament i la guitarra de Tom Principato s´embolicava en llarguíssims parlaments solitaris. I aleshores va passar allò. Crec que el Quim em va avisar just en el moment en que jo me´n acabava d´adonar.
A veure: durant tot el concert, la llum d´un focus il.luminava el Tom Principato i projectava la seva ombra a la paret de darrera, dins d´un cercle perfecte. Feia gràcia, perquè podies seguir els moviments del guitarrista en directe, o a través de l´ombra.

-Has vist? ¡El cantant i la seva ombra no fan els mateixos moviments! -em va dir el Quim, excitat.

Era veritat, ja he dit que me´n acaba de donar. Però sóc una persona molt pràctica, i el primer que se´m va ocórrer abans d´excitar-me com el Quim va ser mirar la taula dels controls de so i llum, que teniem pràcticament al costat (jo no sóc d´aquells ximples que als concerts es posen a les primeres files i al primer rot del cantant aixequen els braços i entren en extasi; jo miro els concerts a distància).

-Com ho deuen fer? -vaig dir, mirant els tios del control.

Però no, ells no feien res. Es més, era clar que també s´havien adonat de la independència amb que es movia l´ombra del Tom Principato i semblaven buscar una explicació modificant la direcció de la llum d´un costat a l´altre. I res: l´ombra continuava fent la seva.
Al cap de pocs minuts -Colfax Station era una cançó molt llarga- gairebé tothom, és a dir, les cinquanta persones que van assistir al concert, eren conscients d´aquell fenomen insòlit. Alguns semblaven tan desconcertats com jo o els tècnics de so, i altres, com el Quim, semblaven gaudir amb la guerra de Tom Principato i la seva ombra, i animaven l´un o l´altre depenent de l´ocasió.

-Hòstia! -cridava el Quim, al.lucinat.

Finalment, el Tom Principato també se´n va adonar; crec que li va fer veure el bateria. Al començament no semblava espantat: va girar-se d´esquenes al públic per controlar la seva ombra i va entrar en un autèntic diàleg de solos i puntejats amb ella. He de dir que, de so, només sentiem el del Principato; a l´ombra només la veiem, però és que hi posava tanta passió que gairebé també la podiem sentir. Colfax Station, dies després vaig comprar-me el disc i ara me la sé de memòria, acaba amb un electritzant solo de guitarra que Tom Principato fa de meravella. Aquell nit, però, el Tom no va acabar-lo: a mig punteig, i davant de l´evident vituosisme de la seva ombra, que potser es va veia incapaç de superar, en Tom Principato va deixar la guitarra i va marxar de l´escenari, sense dir ni ase ni bèstia. L´ombra va acabar el seu solo -jo mai havia vist un solo tan perfecte- i també va desaparèixer.
Així es va acabar al concert. Els diaris no en van dir res, d´aquell fenòmen increïble. Si la història de l´ombra de Tom Principato va arribar a oïdes d´algun periodista, el més segur es que devia rebutjar-la: ja se sap, una altra llegenda urbana, i aquesta encara més impossible de creure que les de la nena, el gosset i la melmelada, o la de la autostopista rossa que desapareix misteriosament en la corba on va morir en accident vint anys enrera.
Però el cas és que Tom Principato no ha tornat a pujar en un escenari. M´ho va confirmar l´altre dia la seva pàgina web oficial, que no n´explica els motius. Només diu que el Tom va deixar la música, i que ara viu retirat en algun lloc dels Estats Units. On? No se sap, diu la web. Jo sí que ho sé: el Tom Principato va tornar a Vaccaville, segur. Segur que va anar a veure a la Sue Sheridan, que després de la high school es va quedar al poble sense casar-se, i aquesta vegada li va dir que sí. Es possible que l´estiu que ve el Tom i la Sue ja tinguin descendència.

26-2-99

Enemigos

“Quiero a mis enemigos, aunque no a la manera cristiana; me distraen y me hacen hervir la sangre. Estar siempre alerta, captar cada mirada, adivinar la significación de cada palabra, descubrir intenciones, frustrar complots, fingirse embaucado y, de repente, derribar de un solo revés el enorme y complejo tinglado de astucias y designios: eso es lo que yo llamo vida”.

(Mikhail Y.Lermontov: Un héroe de nuestro tiempo)

venerdì, luglio 01, 2005

La guerra de los mundos

Cuando yo era adolescente, a pocos minutos de mi colegio existía un salón recreativo, el Novedades, uno de esos lugares que, pese a su elegante nombre, no era más que un antro de perdición, lleno de billares, futbolines y las primeras máquinas de matar marcianitos. Pero, curiosamente, viendo “La guerra de los mundos” de Steven Spielberg no me acordé del Salón Recreativo Novedades por esas máquinas, sino por su encargado, un afable señor de escasa estatura y con evidentes problemas de columna vertebral que le proporcionaban unos andares muy característicos. Pues sí, cuando en la película aparecieron los primeros marcianos, me vino a la memoria el encargado del Salón Recreativo Novedades, del que hacía años que no me acordaba. Ese señor andaba igual que los marcianos.
¿Qué importancia tiene este recuerdo de mi adolescencia en el conjunto de las impresiones que me dejó “La guerra de los mundos”? Ninguna, lo admito, sólo quería contarlo. Hablando en serio de la película, diría que como guionista yo sería una nulidad, pues a los diez minutos deseaba con todas mis fuerzas que a la insoportable hija de Tom Cruise se la comieran cuanto antes los marcianos. Hacía mucho tiempo que no veía a una niña tan asesinable como esa histérica asquerosa.
Otro aspecto que me llamó la atención: Al inicio de la película, vemos a Tom Cruise en su puesto de trabajo, y ese es el de operario de una de esas gigantescas grúas portuarios que sirven para cargar y descargar barcos a base de manejar arriba y abajo todo tipo de palancas. Cuando en la película aparecen los primeros vehículos marcianos (“trípodes”, según mi hermana Jenny), yo pensé: “No, no, no son trípodes, son como grúas portuarias”. Y también pensé: “Tate, ya vas a ver que Tom Cruise va a salvar el mundo conduciendo gracias a su experiencia laboral una de esas grúas marcianas”. Hasta me imaginé la escena: Tom se introduce en una de las máquinas, observa los mandos y las palancas como reconociéndolas y entonces los marcianitos regresan de repente y Tom le da al contacto pero la grúa marciana no se pone en marcha. Durante unos angustiosos segundos, mientras los marcianos empiezan a subir las escaleras, Tom empieza a sudar dándole a la llave del contacto y, mientras, va hablándole a la máquina:

-Venga, venga, bonita, no me falles ahora.

Pues no. Esa escena sale en muchas películas, pero no en “La guerra de los mundos”. ¡Qué fallo! ¿Por qué se nos muestra a Tom Cruise conduciendo grúas humanas si luego no le dan la oportunidad de hacer lo mismo con grúas marcianas?
En fin. Cuando llevamos una hora de película, en la sala se oye un tremendo “uuuuuuhhhh”. Se trata de un señor al que le ha dado un patatús. No sé si esto ocurre en todas las sesiones de “La guerra de los mundos”. En la mía sí. Así que la emisión se detiene unos minutos (algo que yo no había visto desde que vi “Ben Hur” en el cine hace unos 30 años, a causa de una amenaza de bomba), y entonces llegan los camilleros y se llevan al espectador. La escena fue bastante tremenda, pero Spielberg es un genio a la hora de alternar lo trágico y lo cómico así que, para bajar la tensión, por orden del director norteamericano los dos señores que tenía sentados delante, y que en una hora no habían dicho ni mu, se pelean, y se separan cuatro butacas uno del otro. Uno de ellos murmura:

-A ver si ahora no voy a poder comer palomitas.

El otro, a su vez, farfulla:

-Es a ti a quien deberían llevarte en ambulancia.

Tengo una enorme capacidad para reírme en silencio, pero mi otra hermana, Núria, que me acompaña, no tiene la misma habilidad, así que por unos minutos temo que la cosa acabe mal. Por suerte, la emisión de la película se reanuda, aunque dado que el inicio de esa serie de gags había interrumpido el desarrollo de una tremebunda batalla, y el retorno del film coincide con una explosión de no sé qué, mi corazón está apunto de detenerse a causa del susto, por que a esas alturas yo ya había olvidado de qué había ido a ver yo en ese lugar.
Bueno, en fin, los acontecimientos se suceden. A mí me sorprende la escasez de medios con que los marcianos afrontan la destrucción de la raza humana, puesto que pretenden cargársenos de uno a uno. Coño, pero si hasta un escritor tan doméstico como Manel de Pedrolo, en su infravalorado “Mecanoscrit del segon origen”, ideó unos marcianos que acababan con todo la especie en unos pocos minutos gracias a un potente rayo. Los marcianos de Spielberg, en cambio, van disparando persona por persona, lo que permite a Tom Cruise y a su mierda de hija llegar hasta Boston, donde le espera toda su familia, a los que, por supuesto, no parece haberle sucedido nada. Hasta creí ver que el abuelo llevaba un cómodo jersey de lana y corbata y daba la impresión de haber estado tomando whiskies ante la chimenea, pasando de los marcianos.
¿En resumen? Bueno, admito que a mí sólo me impresionó una imagen: la del tren en llamas que pasa a toda velocidad, eso sí me pareció maravilloso. ¿El resto? Distraído, dos horas que pasan como si fueran 120 minutos, pero un inevitable “déja vu”. A estas alturas, quién no ha luchado alguna vez contra los marcianos. Yo ya lo hacía de adolescente en el Salón Recreativo Novedades.