lunedì, settembre 30, 2013

Tumbas

¿Tumbas? ¿Qué me viene a la mente al leer esa palabra? Pues ahora mismo me viene París, por la monstruosa tumba de Napoleón, la de Jim Morrison, la de Chopin, la de… en París hay miles de tumbas importantes, pienso. También se me ocurre pensar en Ernesto Sabato y ‘Sobre héroes y tumbas’. Lo leí hace décadas y casi no recuerdo nada. Salía una muchacha llamada Alejandra. Me enamoré de ella, claro. Pienso en las tumbas que con los años he visto abrir y cerrar. Bueno, quizá me equivoco: ¿Un nicho es una tumba? También en la expresión “a tumba abierta”, en crónicas ciclistas narrando el descenso del, por ejemplo, el Galibier, y los tópicos deportivos. En la tumba de no recuerdo qué rey: es en realidad una bañera aunque haga las veces de tumba. Está en el Monasterio de Santes Creus. La bañera-tumba está hecha de pórfido: desde pequeño recuerdo el nombre de ese material pero no quién está allí enterrado. En Boris Vian y su “Escupiré sobre vuestro tumba”: tampoco recuerdo nada de ese libro y mira que me sabe mal, por Vian, que me cae muy bien. No me olvido de Edgar Allan Poe, por supuesto. Ni de la nieve que cae sobre Irlanda y sobre la tumba de Michael Furey. ¿Y retumbante viene de tumba? Una timba en una tumba. Tumbarse al sol. Seré una tumba. No sé. Las tumbas dan mucho juego, me doy cuenta.

Etichette: