Ojos azules
Leo en los periódicos que “los europeos de hace 7.000 años tenían la piel oscura y los ojos azules y, curiosamente, no poseían la capacidad de digerir la lactosa”. El estudio del genoma de los restos de un hombre del mesolítico hallado en unas excavaciones en León así lo indica. Bueno… ¿están seguros? ¿Y quienes están seguros? ¿Los científicos? ¿O los periódicos?
Me acuerdo ahora aquel chiste del viajero que, al acercarse su barco a las costas británicas por primera vez, divisó a lo lejos por fin a un hombre, que caminaba ayudado de sus muletas. “Los ingleses son cojos”, exclamó el viajero. Si en el futuro –unos 7.000 años, por ejemplo- mis restos son conservados magníficamente –y los vuestros no- y alguien pierde el tiempo en estudiar mi genoma, es posible que acaben deduciendo que los europeos de nuestra época tenían los ojos marrones. Llevaban gafas. Y digerían estupendamente la lactosa.
Leo también, y nada tiene que ver con lo anterior, que el científico Stephen Hawking ha asegurado que los agujeros negros no existen. ¡Bueno! ¡Por supuesto! No sé vosotros, pero yo siempre estuve seguro.
Me acuerdo ahora aquel chiste del viajero que, al acercarse su barco a las costas británicas por primera vez, divisó a lo lejos por fin a un hombre, que caminaba ayudado de sus muletas. “Los ingleses son cojos”, exclamó el viajero. Si en el futuro –unos 7.000 años, por ejemplo- mis restos son conservados magníficamente –y los vuestros no- y alguien pierde el tiempo en estudiar mi genoma, es posible que acaben deduciendo que los europeos de nuestra época tenían los ojos marrones. Llevaban gafas. Y digerían estupendamente la lactosa.
Leo también, y nada tiene que ver con lo anterior, que el científico Stephen Hawking ha asegurado que los agujeros negros no existen. ¡Bueno! ¡Por supuesto! No sé vosotros, pero yo siempre estuve seguro.