Noche de Reyes
He esperado a que llegara esta entrañable Noche de Reyes para dar a conocer a todos los niños del mundo una noticia que sin duda les sorprenderá: Niños del mundo, vivís equivocados, los Reyes Magos son mis padres.
Esos tipos de evidentes falsas barbas que desfilarán esta noche en sus carrozas son tan farsantes como los Papa Noeles que proliferan por Navidad. Los Reyes Magos son mis padres y ni mi padre ni mi madre llevan barba y ninguno de ellos es negro ni, evidentemente, son tres, sino sólo dos. Recuerdo como si fuera hoy el día en que mi hermana mayor me comunicó la noticia. Yo no tendría más que seis o siete años, ella interrumpió alguno de mis juegos y me dijo al oído:
-¿Sabes? Los Reyes son los padres.
Me quedé pasmado. ¿Los Reyes eran papá y mamá? ¿Y por qué lo ocultaban? ¿A qué se debía esa extravagante parafernalia de Melchor, Gaspar y Baltasar? Al día siguiente, en la escuela, me acerqué a Cunillera, mi mejor amigo, un niño de piel muy sonrosada y casi húmedo, más que un niño parecía un enorme pedazo de jamón york en forma de niño, y le comuniqué la sensacional noticia:
-Cuni, ¿sabes que los Reyes Magos son mis padres?
Cunillera no quiso dar crédito a mis afirmaciones, lo que no me extraña, incluso a mí me parecía increíble pertenecer a una familia real, la Familia Real por excelencia, mucho más importante en rango que cualquier familia real convencional. Me costó entender por qué razón mis padres escondían a los ojos del mundo su fantástica condición real y en el día a día mi padre simulaba ser un honesto oficinista y mi madre aparentaba ser un ama de casa. ¿Y por qué coño vivíamos en la austeridad de la clase media si mis padres, sin duda, debían disponer de asombrosos recursos económicos para hacer frente a la compra de regalos para todos los niños del mundo? Mis preguntas al respecto sólo recibían sonrisas y besos cariñosos, como diciendo “¡qué rico el nene!”. Así que dejé de preguntar y con el tiempo fui acostumbrándome a mi condición, comprendí sin que nadie me lo explicara que la monarquía real-mágica se basa en la discreción y que posiblemente Melchor, Gaspar y Baltasar debían ser inventos de mis propios padres o de sus antepasados.
Por que ésta es otra, y por increíble que parezca, no me había parado a pensar en la sucesión hasta hace pocas semanas. Algun día sin duda, mis padres, los Reyes, faltarán. ¿A quién recaerá la pesada carga de repartir regalos por todo el planeta la Noche de Reyes? Yo me acerco a pasos agigantados a la cuarentena y jamás he recibido de mi padre el Rey ni la más mínima indicación acerca de las obligaciones y derechos de la monarquía. Qué sé yo, cosas del tipo: ¿dónde se compran los regalos? ¿tenemos camellos o eso sólo es una impostura más? ¿en caso afirmativo, dónde se guardan los camellos? ¿cómo se sabe si un niño se ha portado bien o no? Etcétera. Así que sospecho que en realidad en nuestra familia no impera ninguna Ley Sálica ni leches y que la heredera del trono es mi hermana mayor y yo soy un simple Infante Mago, sin más tarea que la de posar en las fotos familiares.
Como además de la heredera tengo otra hermana mayor, y ambas tienen ya numerosos hijos, en la línea de sucesión no ocupo más que un ridículo octavo lugar. Así que el río de sangre que verteré esta noche será histórico, como histórica será mi monarquía cuando a partir de mañana acceda al trono y el año que viene todos los niños de mierda que berrean en el metro y hablan en el cine y muestran sus mocos por la calle y gritan en los restaurantes y dicen cosas que no entiendo como Tamagochi o MP3 se queden sin sus regalos y ni un puto pedazo de carbón en una noche tan entrañable como ésta.
Esos tipos de evidentes falsas barbas que desfilarán esta noche en sus carrozas son tan farsantes como los Papa Noeles que proliferan por Navidad. Los Reyes Magos son mis padres y ni mi padre ni mi madre llevan barba y ninguno de ellos es negro ni, evidentemente, son tres, sino sólo dos. Recuerdo como si fuera hoy el día en que mi hermana mayor me comunicó la noticia. Yo no tendría más que seis o siete años, ella interrumpió alguno de mis juegos y me dijo al oído:
-¿Sabes? Los Reyes son los padres.
Me quedé pasmado. ¿Los Reyes eran papá y mamá? ¿Y por qué lo ocultaban? ¿A qué se debía esa extravagante parafernalia de Melchor, Gaspar y Baltasar? Al día siguiente, en la escuela, me acerqué a Cunillera, mi mejor amigo, un niño de piel muy sonrosada y casi húmedo, más que un niño parecía un enorme pedazo de jamón york en forma de niño, y le comuniqué la sensacional noticia:
-Cuni, ¿sabes que los Reyes Magos son mis padres?
Cunillera no quiso dar crédito a mis afirmaciones, lo que no me extraña, incluso a mí me parecía increíble pertenecer a una familia real, la Familia Real por excelencia, mucho más importante en rango que cualquier familia real convencional. Me costó entender por qué razón mis padres escondían a los ojos del mundo su fantástica condición real y en el día a día mi padre simulaba ser un honesto oficinista y mi madre aparentaba ser un ama de casa. ¿Y por qué coño vivíamos en la austeridad de la clase media si mis padres, sin duda, debían disponer de asombrosos recursos económicos para hacer frente a la compra de regalos para todos los niños del mundo? Mis preguntas al respecto sólo recibían sonrisas y besos cariñosos, como diciendo “¡qué rico el nene!”. Así que dejé de preguntar y con el tiempo fui acostumbrándome a mi condición, comprendí sin que nadie me lo explicara que la monarquía real-mágica se basa en la discreción y que posiblemente Melchor, Gaspar y Baltasar debían ser inventos de mis propios padres o de sus antepasados.
Por que ésta es otra, y por increíble que parezca, no me había parado a pensar en la sucesión hasta hace pocas semanas. Algun día sin duda, mis padres, los Reyes, faltarán. ¿A quién recaerá la pesada carga de repartir regalos por todo el planeta la Noche de Reyes? Yo me acerco a pasos agigantados a la cuarentena y jamás he recibido de mi padre el Rey ni la más mínima indicación acerca de las obligaciones y derechos de la monarquía. Qué sé yo, cosas del tipo: ¿dónde se compran los regalos? ¿tenemos camellos o eso sólo es una impostura más? ¿en caso afirmativo, dónde se guardan los camellos? ¿cómo se sabe si un niño se ha portado bien o no? Etcétera. Así que sospecho que en realidad en nuestra familia no impera ninguna Ley Sálica ni leches y que la heredera del trono es mi hermana mayor y yo soy un simple Infante Mago, sin más tarea que la de posar en las fotos familiares.
Como además de la heredera tengo otra hermana mayor, y ambas tienen ya numerosos hijos, en la línea de sucesión no ocupo más que un ridículo octavo lugar. Así que el río de sangre que verteré esta noche será histórico, como histórica será mi monarquía cuando a partir de mañana acceda al trono y el año que viene todos los niños de mierda que berrean en el metro y hablan en el cine y muestran sus mocos por la calle y gritan en los restaurantes y dicen cosas que no entiendo como Tamagochi o MP3 se queden sin sus regalos y ni un puto pedazo de carbón en una noche tan entrañable como ésta.
4 Comments:
ara entenc pq el mr va dir ahir al bolo: los reyes son mis padres. no em preguntis en quin context ho va dir pq no m'enrecordo
de hecho, yo pronuncié a pleno pulmón sobre los aplausos de la masa enfervorecida y a modo de despedida:
"Que os traigan muchas cosas mis padres"
Birraboy
Yo hago constar que me negué a asistir a ese concierto y que por tanto no estaba, claro
ahhh que fue el otro, escuse mua!
jordi no te negaste, no podías! no mientas muajajaja
besotes amores
Posta un commento
<< Home