Amigo Rodrigo
Tuve un sueño la otra noche: a la Nueva y a mí nos visitaba Rodrigo, un viejo amigo de mi juventud, y pasábamos una divertida velada en casa, comiendo pizza, bebiendo vino -lo trajo Rodrigo, y en el sueño hasta me contó por qué compró ese vino y no otro- hablando, oyendo canciones de Fabrizio de André y recordando viejas anécdotas. Se nos hacía bastante tarde y al final Rodrigo se iba tras largos abrazos y despedidas. La Nueva y yo nos acostábamos y nos dormíamos dentro del mismo sueño. Al cabo de un rato nos despertaban unos violentos golpes a la puerta. Tras el lógico desconcierto -y todo esto dentro del sueño, y los golpes a la puerta seguían- yo me levantaba y observaba por la mirilla. Era Rodrigo, que daba puñetazos y patadas fuera de sí. Yo abría la puerta, claro, o quizá no tan claro, y eso parecía calmar a mi amigo. Rodrigo tenía los ojos inyectados en sangre y una expresión de furia. “¿Qué te ocurre?”, le decía yo, y sólo en ese momento me fijaba en el martillo que llevaba él en su mano derecha, con el que ya iba a golpearme y sólo me daba unas décimas de segundo para preguntarme a mí mismo qué le había ocurrido a Rodrigo para sufrir ese cambio tan radical, qué le había ocurrido al Rodrigo simpático y cariñoso que acaba de cenar con nosotros para convertirse en ese Rodrigo brutal y despiadado que me golpeaba en la cabeza con su martillo y que me hacía despertar de mi sueño, sudando y alterado como pocas veces en mi vida.
Ya bien despierto, me levanté, fumé un cigarrillo y reflexioné. “Qué sueño tan raro”, pensé. Y como si yo supiera algo sobre la interpretación de los sueños, llegué a esta conclusión, seguramente precipitada: “La cena con Rodrigo, tan amena y placentera, representa mi estado de ánimo actual, feliz, relajado, sin problemas. Y la conversión radical de Rodrigo en ese asesino brutal es el miedo que tengo a que ese estado de ánimo se rompa en cualquier momento de forma inesperado y sin sentido”.
A la mañana siguiente se lo conté a la Nueva, le conté el sueño y mis reflexiones sobre él.
-Lo más curioso del caso -añadí- es que el Rodrigo del sueño era muy real, sus anécdotas eran muy elaboradas y veraces. Recuerdo perfectamente su rostro, durante la cena y después, cuando ya era mi asesino.
-¿Y qué tiene eso de curioso? -preguntó la Nueva.
-Que yo no conozco a nadie que se llame Rodrigo.
Ya bien despierto, me levanté, fumé un cigarrillo y reflexioné. “Qué sueño tan raro”, pensé. Y como si yo supiera algo sobre la interpretación de los sueños, llegué a esta conclusión, seguramente precipitada: “La cena con Rodrigo, tan amena y placentera, representa mi estado de ánimo actual, feliz, relajado, sin problemas. Y la conversión radical de Rodrigo en ese asesino brutal es el miedo que tengo a que ese estado de ánimo se rompa en cualquier momento de forma inesperado y sin sentido”.
A la mañana siguiente se lo conté a la Nueva, le conté el sueño y mis reflexiones sobre él.
-Lo más curioso del caso -añadí- es que el Rodrigo del sueño era muy real, sus anécdotas eran muy elaboradas y veraces. Recuerdo perfectamente su rostro, durante la cena y después, cuando ya era mi asesino.
-¿Y qué tiene eso de curioso? -preguntó la Nueva.
-Que yo no conozco a nadie que se llame Rodrigo.
12 Comments:
Pues vaya con el Rodrigo, mándalo a tomar viento fresco si se te vuelve a aparecer en elgún sueño; igual era la reencarnación del Cid y cambió la Tizona por un martillo guarro...
No es verdad que no conozcas a Rodrigo: eres tú mismo, algunos años atrás. Rodrigo es tu juventud («un viejo amigo de mi juventud»). El vino que trae a la cena tiene mucha importancia: es la esencia de la vida, prefigura comunión y agresión. Es un indicio del ataque. Es la sangre que inyecta su mirada cuando golpea tu puerta. Importan mucho la casa y la puerta. Es el lugar donde vives, el espacio que ocupa tu realidad.
¿Has renunciado a alguna ilusión de tu juventud? Piensa que el subsconsciente no perdona fácilmente estas pequeñas (y a menudo inevitables) traiciones cotidianas.
Caray!
Ay Dios... ¿Mister Rodrigo?
Joder..... Si llegais a beber ColaCao o Cacaolat, lo mismo te quiere meter en una vaso gigante de leche y ahogarte allí mismo....
Que cosas más raras, aún así... Me ha dado mal rollo la escena del despertarte a golpes de puerta y ver al "simpático" amigo inentando matarte...yu yu..
Parece una de Tarantino.
Por cierto creo que es la primera vez que escribo en tu blog. Un saludo.
No se te ha ocurrido sugerirme que mejore mi cocina? Quizá mis pizzas artesanas te provoquen noches de pesadilla y ataques de locura criminal a tus viejos amigos.
La cena es fundamental. El donner de anoche, señora nueva, también me provocó pesadillas. Por suerte no las recuerdo...ni quiero. Cuidado con sacar por fin els canelons del congelador...
Tú si que actualizas con frecuencia!!!!
Voy a ponerme al día.
Un beso
Reconozco esos sueños, últimamente yo también tengo sueños super reales que me dejan pensando todo el día y curiosamente todo me va mejor que nunca. También se me da por autointerpretar como si fuese una experta y la conclusión es parecida a la tuya, tengo la sensación de que nunca me han tratado tan bien y q mi subconsciente me reprocha lo vivido hasta ahora y tengo miedo a que lo bueno se acabe.
Vaya sueño! Yo tuve uno hace muchos años en el que me perseguían unos hombres con cabezas de lagartijas. Todo el sueño era en blanco y negro excepto mi jersey que era rojo. Dieron con mi escondite pero no sé si a mi me encontraron. Es lo que pasa en algunos sueños, te despiertas sin poder saber cómo acaban. ¿Me secuestrarían o no? Nunca lo sabré. Saludos
qué buenas son tus historias y qué envidia me da que sepas escribirlas tan bien. esto es, envidia de la buena, claro, que de la otra no es que sea incapaz, sino que la reprimo, como los celos y tantas otras cosas.
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