mercoledì, maggio 30, 2012

Declaración de inocencia

Leo que, no recuerdo dónde, la fiscalía investiga a no sé quién por no sé qué vergonzante delito. El presunto delincuente, al que llamaremos X por primera y última vez, declara a la prensa que "estoy absolutamente tranquilo porque soy inocente". Esas son afirmaciones ya casi tópicas: cuando un personaje público es objeto de interés de fiscales o policías se presenta sonriente ante los medios de comunicación y asegura: "Soy inocente, estoy la mar de tranquilo" . Y añaden su confianza en la justicia y sus locas ganas de declarar ante el juez para aclarar de una vez por todas el fatigoso entuerto. Uf, pienso yo cada vez que oigo esa declaración de inocencia, ese es culpable.
Y es que... ¿cómo van a ser inocentes esos tipos? Si a mí la fiscalía me investiga, por lo que sea -por hacer viajar a Umbrello en el autobús sin pagar, pese a que hace ya casi un mes que cumplió los cuatro años, que ese es mi último delito- no estaré nada tranquilo. Solo un auténtico criminal es capaz de declararse "absolutamente tranquilo" ante una investigación sobre su persona; los verdaderos inocentes, como yo, que soy el inocente modelo, llegaríamos a descubrir indicios de nuestra culpabilidad aunque ignoráramos cuál es el delito, dispusiéramos de indestructibles coartadas y careciéramos de móviles para cometer el crimen e incluso de armas. Incluso estaríamos dispuestos a declarararnos culpables para no dar trabajo a las fuerzas de orden público ni malgastar el dinero del contribuyente. Para no molestar, vaya.
Lo que yo declararía a la prensa si me investigaran es: "Soy inocente y estoy aterrado". Respecto a confiar en la justicia, añadiría: "Seguro que me condenan y mi apelación se perderá por los juzgados".
En estos tiempos apocalípticos que nos ha tocado vivir, cuando los asesinos hunden a nuestros bancos, los banqueros prevarican, los jueces violan a nuestras mujeres, los violadores caen en el pozo de la drogadicción y nuestros adolescentes asesinan... ¿cómo voy a confiar en la justicia? Y conste que creo ser inocente, menos en la tarjeta de autobús de Umbrello, eso sí.

venerdì, maggio 25, 2012

La vejez y los paraguas

Leo en uno de esos estupendos cuentos sobre niños rurales que escribió Ana María Matute:

"No se amanece viejo un día cualquiera. Se iba uno a la vejez sin sentirlo, sin saberlo, sin edad concreta. Sin remedio. Y no había ningún día fijo en que empezara la vejez. Esto era lo insoportable".

¡Pero bueno! ¿No se decía siempre que eso era lo bueno? ¿La indeterminación, el envejecimiento progresivo? ¿Su lentitud? Ahora resulta que no. Acabáramos.
Por cierto, leo en la wikipedia que el padre de Ana María Matute fundó en Barcelona una fábrica de paraguas, Matute SA, que aún existe. He imaginado la salvaje lucha comercial que mantenían los paragüeros barceloneses. Los Matute, los Budesca... ¿Había otras dinastías? ¿Se odiaban? ¿Hubo Romeos y Julietas? ¿Hubo muertos? ¿Tanto llovía entonces? El tema da para un best-seller.

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giovedì, maggio 03, 2012

Sin dejar de ser tú

Lo leí hoy en El amante bilingüe, de Juan Marsé: "Si te conviertes en otro sin dejar de ser tú, ya nunca te sentirás solo".

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