venerdì, settembre 28, 2012

No entender

No entender, no poder entender y tener que perder ni que sean unos minutos en la contemplación o en la reflexión es casi siempre la clave para que uno prefiera a un pintor (o un escritor, o un compositor, etc...) sobre otros muchos. Un ejemplo mínimo: no entendí en su momento (y sigo sin hacerlo) qué le está haciendo esa niña a su hermana en la cabeza, a qué viene esa pose tan poco artística. Y gracias a ello contemplé largamente Las hijas del pintor y es así que Thomas Gainsborough se convirtió en uno de mis pintores preferidos.

mercoledì, settembre 19, 2012

Dos puñales y una novela

Mi primera intención esta mañana era escribir algo acerca de la Biblia; por ejemplo, de esa escena en la que Jesús afea la conducta del anciano que regaña a quienes persiguen galgos y podencos pero obvia que él, a escondidas, persigue elefantes. Es ese mismo anciano que, en otra parábola, descubre el comportamiento deshonroso de su yerno pero en lugar de denunciarle a los Sacerdotes le envía al extranjero. Pero no escribiré ni una línea de eso, pues al llevar al colegio a Umbrello y a Fratello me ocurrió una levedad que me parece ahora mucho más asombrosa. Al llegar a la escuela, Umbrello rebuscó en su mochilita y depositó confidencialmente algo en mi mano:

-Son los puñales de mi disfraz de Tortuga Ninja. Los había cogido de casa, pero la maestra no quiere que llevemos armas a clase.

Elogié interiormente el buen juicio de la maestra y la prudencia de Umbrello, obviando sin embargo, como aquel viejo de la parábola, quién regaló a Umbrello ese disfraz tan violento y quién puso esos puñales en su mochila. Pensando en eso volví andando hacia casa, con un puñal en cada mano, pues yo no uso ni bolsas ni mochilas y no me cabían en los bolsillos. Al llegar al Punt Verd, la desechería donde completo mi biblioteca con los libros que mis conciudadanos abandonan, tuve la suerte de hacerme con un ejemplar de Las almas muertas, de mi querido Gogol.

-Dos puñales y una novela –me dije- Buen título si argumento tuviere.

En fin. Pues eso. Que Dios os dé una lúcida vejez.

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venerdì, settembre 07, 2012

Cena con un viejo amigo

Recibimos en casa a un viejo amigo al que llevaba años sin ver y con él pasamos una larga velada con vino, cerveza, dulces y croquetas y anécdotas de un pasado tan pasado que, al contarlas u oírlas, me parecían nuevas, quizá hasta inventadas. Tras despedirnos ya de madrugada vi con desagrado el desorden que nos aguardaría hasta la mañana siguiente: las copas a medio vaciar, los vasos, los platos; los restos de la cena. Tuve la certeza de que todo, nuestra invitación a cenar, su aceptación, todo, había sido un disparate. Y pensé que los viejos amigos son cada vez más viejos y cada vez menos amigos.

PD: Eh, burros, que no va por vosotros. Que no sois viejos amigos, solo estáis algo apolillados.