Me gano la vida tocando el piano
Me gano la vida tocando el piano en una casa de citas, aunque a mi madre siempre le digo que soy periodista. A ella le habría extrañado que me dedicara a eso, porque sabe perfectamente que no sé tocar el piano. La madame también lo sospecha, pero le caí bien desde el principio y a ella lo que le interesa es que el piano esté en funcionamiento, porque de esta manera puede cobrar una pequeña subvención municipal en concepto de apoyo a la cultura o algo así.
¿Qué hago yo tocando el piano en una casa de citas? En realidad se debe a una equivocación, como casi todo en mi vida. Cuando yo buscaba trabajo, respondí a un anuncio de la Asociación de Vecinos del barrio, que requería un paleontólogo para clasificar una basta colección de fósiles que le había sido legada por uno de sus antiguos socios al fallecer. Tampoco soy paleontólogo titulado, lo admito, pero sí poseo algunos conocimientos de esta disciplina, y además en aquella época yo estaba bastante desesperado y necesitaba el dinero como fuera. La Asociación de Vecinos tiene su sede en un entresuelo de la calle Sibelius. Hizo la casualidad, o mi despiste congénito, que al llegar a la casa me equivocara yo de entresuelo y llamara a la puerta equivocada. Me extrañó la apariencia algo extravagante de la que entonces creí presidenta de la Asociación de Vecinos, que me abrió la puerta y que en realidad se trataba de la madame de la casa de citas que ocupa el entresuelo contiguo al de la Asociación, y que sin saberlo yo también buscaba en aquellos momentos los servicios de un profesional, pero no de un paleontólogo sino de un pianista.
-Buenas tardes -dije yo- Vengo por la oferta de trabajo.
-¡Ah! -dijo ella- Pensé que nadie respondería nunca al anuncio.
Tras unas breves presentaciones, que incluyeron unos besos en la mejilla que me parecieron excesivos tratándose ella, como yo aún creía, de una representante vecinal y yo un falso paleontólogo, me hizo sentar ante un piano de cola. Ya en esos momentos sospechaba yo que algo raro ocurría, no sólo por la provocativa vestimenta de la mujer, sino también por la decoración del piso, lleno de cristales, espejos y rojos cortinajes.
-¿Cuál es su especialidad? -me preguntó la mujer.
-Admito que no soy paleontólogo titulado -dije yo sentado ante el piano, desde mi punto de vista de forma muy absurda- pero tengo amplios conocimientos sobre el tema.
-Bueno, me refiero a la música -dijo la señora.
-Ah, en eso soy bastante ecléctico. Un poco de todo -respondí, cada vez más desorientado.
-Toque algo, por favor.
¿Tocar algo? Había acudido en las últimas semanas a innumerables citas en busca de trabajo y me habían exigido requisitos mucho más absurdos que pedirle a un paleontólogo que tocara el piano. Así que no iba a rendirme, el trabajo en la Asociación de Vecinos era bueno y bien pagado. Improvisé sobre la marcha.
-Tocaré algo de jazz -dije- Es lo que más me gusta.
Y por primera vez en mi vida simulé que tocaba el piano, rezando para que la presidenta vecinal creyera que mi descerebrada improvisación era jazz. Al acabar, la señora aplaudió.
-¡Muy bonito! -dijo- ¿Cómo se llama esta canción?
-Emmm... “Paraguas en llamas” -dije yo- Es de Chick Corea, un artista estadounidense.
Quedé contratado inmediatamente. Las condiciones que me ofreció la señora eran mucho mejores que las que aparecían en el anuncio de la Asociación de Vecinos que yo había leído en el periódico, pero por supuesto no protesté. Al acabar el breve papeleo típico en esos casos, la señora me dijo:
-Bueno, quizá le gustaría que te enseñara el género.
-Por supuesto -dije yo, ansioso por ver por fin la colección de fósiles que debía clasificar.
Y la señora me presentó a seis señoritas la mar de guapas y ligeras de ropa, pero no vi ningún fósil. Llevó ya seis años tocando el piano en esa casa. Soy muy feliz, el trabajo es fácil, toco todos los días mi jazz inventado con un estilo cada vez más personal, conozco a mucha gente y se entera uno de historias la mar de interesantes. La semana pasada, por ejemplo, supimos que el presidente de la Asociación de Vecinos, que tiene su local en la puerta contigua, había asesinado a su esposa. Al parecer, se la encontró en la cama con su amante, un paleontólogo que trabaja allí clasificando no sé qué colección de fósiles.
¿Qué hago yo tocando el piano en una casa de citas? En realidad se debe a una equivocación, como casi todo en mi vida. Cuando yo buscaba trabajo, respondí a un anuncio de la Asociación de Vecinos del barrio, que requería un paleontólogo para clasificar una basta colección de fósiles que le había sido legada por uno de sus antiguos socios al fallecer. Tampoco soy paleontólogo titulado, lo admito, pero sí poseo algunos conocimientos de esta disciplina, y además en aquella época yo estaba bastante desesperado y necesitaba el dinero como fuera. La Asociación de Vecinos tiene su sede en un entresuelo de la calle Sibelius. Hizo la casualidad, o mi despiste congénito, que al llegar a la casa me equivocara yo de entresuelo y llamara a la puerta equivocada. Me extrañó la apariencia algo extravagante de la que entonces creí presidenta de la Asociación de Vecinos, que me abrió la puerta y que en realidad se trataba de la madame de la casa de citas que ocupa el entresuelo contiguo al de la Asociación, y que sin saberlo yo también buscaba en aquellos momentos los servicios de un profesional, pero no de un paleontólogo sino de un pianista.
-Buenas tardes -dije yo- Vengo por la oferta de trabajo.
-¡Ah! -dijo ella- Pensé que nadie respondería nunca al anuncio.
Tras unas breves presentaciones, que incluyeron unos besos en la mejilla que me parecieron excesivos tratándose ella, como yo aún creía, de una representante vecinal y yo un falso paleontólogo, me hizo sentar ante un piano de cola. Ya en esos momentos sospechaba yo que algo raro ocurría, no sólo por la provocativa vestimenta de la mujer, sino también por la decoración del piso, lleno de cristales, espejos y rojos cortinajes.
-¿Cuál es su especialidad? -me preguntó la mujer.
-Admito que no soy paleontólogo titulado -dije yo sentado ante el piano, desde mi punto de vista de forma muy absurda- pero tengo amplios conocimientos sobre el tema.
-Bueno, me refiero a la música -dijo la señora.
-Ah, en eso soy bastante ecléctico. Un poco de todo -respondí, cada vez más desorientado.
-Toque algo, por favor.
¿Tocar algo? Había acudido en las últimas semanas a innumerables citas en busca de trabajo y me habían exigido requisitos mucho más absurdos que pedirle a un paleontólogo que tocara el piano. Así que no iba a rendirme, el trabajo en la Asociación de Vecinos era bueno y bien pagado. Improvisé sobre la marcha.
-Tocaré algo de jazz -dije- Es lo que más me gusta.
Y por primera vez en mi vida simulé que tocaba el piano, rezando para que la presidenta vecinal creyera que mi descerebrada improvisación era jazz. Al acabar, la señora aplaudió.
-¡Muy bonito! -dijo- ¿Cómo se llama esta canción?
-Emmm... “Paraguas en llamas” -dije yo- Es de Chick Corea, un artista estadounidense.
Quedé contratado inmediatamente. Las condiciones que me ofreció la señora eran mucho mejores que las que aparecían en el anuncio de la Asociación de Vecinos que yo había leído en el periódico, pero por supuesto no protesté. Al acabar el breve papeleo típico en esos casos, la señora me dijo:
-Bueno, quizá le gustaría que te enseñara el género.
-Por supuesto -dije yo, ansioso por ver por fin la colección de fósiles que debía clasificar.
Y la señora me presentó a seis señoritas la mar de guapas y ligeras de ropa, pero no vi ningún fósil. Llevó ya seis años tocando el piano en esa casa. Soy muy feliz, el trabajo es fácil, toco todos los días mi jazz inventado con un estilo cada vez más personal, conozco a mucha gente y se entera uno de historias la mar de interesantes. La semana pasada, por ejemplo, supimos que el presidente de la Asociación de Vecinos, que tiene su local en la puerta contigua, había asesinado a su esposa. Al parecer, se la encontró en la cama con su amante, un paleontólogo que trabaja allí clasificando no sé qué colección de fósiles.
13 Comments:
Hombre, siempre es más entretenido tocar el piano, se sepa o no, que clasificar fósiles sabiendo. Si fuera del nodo diría que trabajas en un "marco incomparable".
Si tocas como él lo hacia allá por los 70 debe ser un espectáculo verte, creo que pasaré por la calle de los decibelios esta.
(el que no pierde la compostura al piano es Herbie Hancock el que no pasaría un control antidoping ni una semana después es Chick Corea)
Siempre es mejor que acabar siendo paleontólogo en un burdel o tocar el piano a los vecinos... digo yo!
Un beso
ha ha ha!!!
(tens raó, una se sent estúpida, amb això dels ha's!)
seguiras los passos del reberendo y tocaras el pieno en misa entre semana??? Yo era vecina del Wayomi en Madrid, si quieres pregunto si busca pianista de jazz.
Un besote
M'encanta aquesta història! És que vivim en un barri que hi tenim de tot. Per cert, els mossos encara no han sortit del locutori i el seu cotxe segueix bloquejant el carril bus.
Esta historia es interesante , el local que yo frecuento no tiene pianista pero si un violinista . Las casa de citas han de ponerse las pilas , Internet les come terreno , pero la musica en directo es mejor .
A.C GREEN
Pd .Donde esta WORTHY ?
Worthy debe estar en el mismo panteón que Kurt Rambis
Així...t´apuntes a la jam la setmana vinent?!!
amb el piano, el jazz, és fàcil: com ja deus saber s´ha de procurar no tocar les tecles blanques, només les negres!(...acudit dolent i típic de músics)
Miriam: Mi estilo jazzístico es diferente: se llama aporreo de teclas, blancas o negras indiferentemente. Cuando decido que la canción ya ha terminado, le doy con el pie al freno que hay debajo, bebo un sorbo de zumo de melocotón y doy vuelta a la página del libro que leo mientras toco.
Qué opina La Nueva de tus compis de trabajo?....
Supongo que no te dejará ir a las comidas de empresa....ahora se acerca la de Navidad....
hahaha, oye, sabes estoy estudiando la preparatoria, aun no se a que quiero dedicar mi vida, pero me encanta la musica, tanto como otras cosas, no me decido, se un poco de como tocar l piano, por que estudie en una escuela, al igual que tu hago algunas improvisaciones, es algo fabuloso, pero, hay algo que me intriga, los ingresos que esta carrera genere.
gracias por regalarme un comentario.
Lo triste es que hoy en día no se reconozca a un falso pianista.
(tambien ha sido triste leer "lo de los decibelios" del 2º comentario, que quizá J.Sibelius no es muy conocido pero al menos no regodearse en ello...y menos aún si uno está empeñado en demonstrar cuánto sabe)
Posta un commento
<< Home