venerdì, giugno 08, 2007

Mi gorila

Soy una celebridad que vive en el anonimato. Soy el gorila del Yogurón. El país entero imita mis gestos de gorila cariñoso y mi amistoso broaaarrrr. El gorila es mi mayor éxito en mi triste carrera de actor. El único, en realidad. Pero es enteramente mío y es creación mía.
El papel me lo dio, casi por pena, Mansilla, que ya llevaba años haciendo publicidad. Mansilla, para que ustedes se sitúen, es el que hace de galán en aquel anuncio del coche que cae en la piscina. También es el policía que le roba sus donuts al condenado a muerte. Y el explorador del Yogurón. ¿Ok? Pues yo soy el gorila del Yogurón. Mansilla me llamó una mañana y me preguntó si quería un pequeño papel en un anuncio que iba a rodar. Cómo decirle que no, estaba bien pagado y en cualquier caso era lo único que me habían ofrecido en un año y medio.
Dos días después supe que iba a interpretar a un gorila en un anuncio de yogures. Mi papel consistiría en meterme dentro de un enorme disfraz y lo único que se me pedía es que fuera un gorila clásico, uno de esos gorilas medio subnormales que se golpean con furia el pecho y gritan como atontados. Mansilla, mientras tanto, disfrazado de elegante explorador, tenía que deleitarse comiendo un Yogurón, el nuevo maxiyogur: el Yogurón es tan apetitoso, según el anuncio, que uno no deja de comer ni ante el ataque de un gorila. En fin, otro apestoso anuncio.
No sé cómo se me ocurrió, pero pocos minutos antes de empezar el rodaje, ya metido en mi disfraz de gorila, me vino la idea. Me acerqué al director, un tipo con aspecto moderno y alelado con gafas de pasta que en ese momento charlaba despreocupado con Mansilla.

-Tengo una idea -le dije.
-Dime -me dijo el director, casi sin mirarme.
-Una idea para el anuncio. Una idea sobre mi papel -le expliqué.

El director me miró como sólo se puede mirar a un tío disfrazado de gorila que se cree haber salido del Actor´s Studio. Mansilla sonrió.

-Eso del gorila clásico está ya muy visto -dije.
-¿Sí?
-Puedo darle otro enfoque al papel -añadí.
-¿Otro enfoque? -intervino Mansilla.

Se lo expliqué. El gorila del Yogurón no debía ser un gorila amenazante. Tenía que ser un gorila amistoso. Eso del gorila amenazante podría granjearnos las antipatías de la poderosa e influyente Liga Animal, improvisé. En lugar de eso, cuando Mansilla empezara a comerse el Yogurón, yo, en mi novedoso papel de gorila bonachón, podía acercarme por detrás y pedirle que me diera un poco de ese exquisito manjar.

-No me parece mal -dijo Mansilla, mirando al director.
-A mí como si os hacéis una paja comiendo la mierda esa -dijo él- Pero acabemos rápido.

Así fue como creé el papel del gorila del Yogurón. Y lo bordé: como había explicado, me acerqué lentamente al explorador Mansilla y, en lugar de proferir espantosos gritos y golpearme el pecho como los gorilas clásicos, le di un leve puñetazo cariñoso en el hombro a Mansilla, ladeé mi cabezota en señal de súplica y lancé un simpático broaaarrrr, como un erupto agradable y convincente que inventé allí mismo. Mansilla, o el explorador, conmovido, me dio el Yogurón. Hasta sonreí, aunque eso no se vio en el anuncio porque la careta del gorila era inmóvil
El anuncio fue un éxito. En pocas semanas, España entera hacía el gorila. Si en un bar querías que un amigo te invitara a otra cerveza, ladeabas la cabeza, le golpeabas con cariño en el hombro y decías broaaaarrrr. Querías pedir un favor al jefe, hacías como el gorila del Yogurón. Querías que tu chica te diera otro beso, hacías el gorila.
El Yogurón fue un éxito descomunal, y mira que era malo. A nadie se le ocurrió investigar quién estaba dentro del disfraz de gorila, pero no me importa. Su imagen salió en todas partes, en llaveros, muñecos, braguitas, videojuegos, cómics y hasta en el envase del Yogurón Limón, el siguiente producto que lanzó la empresa de yogures. Ahí me traicionaron: para el anuncio contrataron a Antonio Banderas para hacer de explorador, a Britney Spears para que enseñara las tetas y a otro tío de Hollywood para hacer de gorila. Hasta para la banda sonora compraron los derechos de aquella canción de Brassens sobre gorilas. Ese segundo gorila, además de decir broaaaarrrr, podía sonreír de verdad y hasta decía no sé qué gilipollez sobre el Yogurón Limón, mientras se iba con Britney Spears por la jungla y dejaba a Mansilla abandonado. No tuvo mucho éxito, y además la Spears le robaba todas las escenas al gorila. La gente sigue imitando a mi gorila. Ya lo dicen en el mundo del cine: las segundas partes nunca fueron buenas. Pero con ese presupuesto, yo habría hecho un gorila inolvidable.

4 Comments:

Anonymous Anonimo said...

¿Y si es verdaderamente verdad todo esto?

7:44 PM  
Blogger LeMorgue said...

Que bueno por favor!!

8:35 PM  
Blogger Raquel said...

Tu vida laboral es fascinante... deberías escribir un blog!

Si lo haces prometo leerlo e incluso comentarlo con cualquier gilipollez que se me ocurra. Y cuando no se me ocurra ninguna te propondré que escribas un blog y te prometeré comentarlo.

9:45 PM  
Anonymous Anonimo said...

Me encanta.

11:53 AM  

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