mercoledì, giugno 06, 2007

La vida en la playa

El sábado pasado, la Nueva me arrastró a la playa, pese a mi descomunal resistencia. Lo que más odio de la playa no es el agua, con sus restos fecales flotando por ahí, sino la arena: esos millones de malditos granitos que penetran entre los dedos de mis pies y no me abandonan hasta octubre o noviembre, por muchas duchas que me tome. Muchas duchas, menudo anacoluto, o lo que sea. En fin, el caso es que, además de encontrarme en la playa, tuve que limitarme a permanecer en la arena, porque el agua, a pesar de los restos fecales y todas esos residuos que en ella flotan, estaba al límite de la congelación. Así que la Nueva y yo nos tumbamos sobre la arena, hablando de nuestras cosas y de las cosas de los demás.
Mientras charloteabamos de forma más bien despreocupada, la Nueva empezó a recoger piedrecillas:

-Mira ésta, qué blanca es -me decía.

O bien:

-Esta parece un lapislázuli -se inventaba, pues sus conocimientos de geología son nulos.

De repente, tomó una piedra de forma singular:

-Mira, mira -me dijo, como una niña con piedras nuevas.

Era una pequeña piedrecilla, de forma curiosa.

-¡Cuántos millones de años ha permanecido al amparo de la abrasión del sol y la erosión del agua! -exclamó admirada.
-¿A ver? -dije yo.

La tome entre mis dedos y, como soy un hombre y no un geólogo, quise comprobar su dureza antes que cualquiera de sus otras virtudes. La piedrecilla dijo clic y se rompió en dos. Millones de años de abrasión y erosión al carajo, pensé.

-Qué bruto eres -dijo la Nueva.
-Bueno... -dije yo- Piensa que para la piedra ha sido un cambio radical, tras tantos millones de años de aburrida rutina.

La piedrecilla que rompí el sábado es la que podéis ver en la foto. Para que podáis haceros una idea de su minúsculo tamaño la puse al lado de uno de los cromos de la temporada futbolística 72-73, el cromo perteneciente a Aguirre Suárez, jugador del Granada. Al ver el montaje, la Nueva hizo cara de no entender nada.

-Es una metáfora de la vida -improvisé.
-¿Eh?
-Sí, Nueva -dije- En 1972 yo era un infante que coleccionaba cromos. Tú ni siquiera habías nacido. Aguirre Suárez era un futbolista de 26 años que, por lo que recuerdo, rompía las piernas de los contrarios. En 1972 la piedrecilla se desesperaba por la playa de Castelldefels, aburrida y desprotegida ante la erosión. En el 2007, cuando Aguirre Suárez tiene ya 61 años y tú bastantes menos, la piedrecilla, gracias a mi torpeza, ha vivido uno de los días más felices de su vida. Como tú y yo.
-Está bien -aceptó la Nueva- Venga, a cenar. Guarda la piedra.
-Y el cromo -dije yo.
Posted by Picasa

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5 Comments:

Anonymous Anonimo said...

Ahhh, las piedras... tienen todo el tiempo del mundo... todo....

12:10 PM  
Blogger Raquel said...

Eres como el Félix Rodriguez de la Fuente de la geología...

"El hombre y la piedra" proximamente en sus televisores.

9:18 PM  
Anonymous Anonimo said...

Bruto, brutote...

10:58 PM  
Blogger Miroslav Panciutti said...

Coño, tío, eres fantástico. Con esas salidas filosófico-absurdas-surrealistas tienes que tener a la Nueva en un estado de alucinado arrobamiento. Voy a tener que pedirte clases por correspondencia.

Por cierto, tampoco yo soporto la arena.

11:45 PM  
Blogger Pau said...

Me han gustado mucho la anécdota y el texto.

3:29 PM  

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