Debo evitar los motines
La entidad bancaria que juega alegremente con mis ahorros me envió ayer una carta en la que me comunica que, asociado con mi tarjeta de crédito, dispongo de un seguro de vida de accidentes. Si fallezco en accidente mis descendientes, es decir, Umbrello, recibirán la bonita suma de seis mil euros. En la carta me explicaban las condiciones de la póliza, esa letra pequeña que nadie se lee pero que ayer yo leí mientras con el rabillo del ojo vigilaba cómo Umbrello destripaba un oso de peluche.
Queda claro que la póliza cubre mi muerte por un accidente. Pero... ¿de qué formas puedo morirme para que Umbrello cobre? De varias, me explican: en un atentado, por descargas eléctricas -el rayo inclusive, especifican-, por mordeduras de animal y de picadura de insecto -pero no por las infecciones que éstos produzcan, así que deduzco que si me pica un insecto lo más práctico para mí y para Umbrello es palmarla inmediatamente sin esperar a la infección-, los envenenamientos debidos a un acto criminal de terceros, las distensiones musculares aunque sólo sean consecuencia de un súbito esfuerzo propio (?), etcétera, etcétera.
¿Y de qué formas no me está permitido morir sin poner en peligro el futuro económico de Umbrello? Hay varias situaciones que debo evitar y, si no es posible, estoy obligado a sobrevivirlas. Por ejemplo, los accidentes ocurridos en ocasión de guerras, motines y revoluciones, la práctica de la lucha libre y artes marciales en general y la muerte o lesiones producidas por la desintegración nuclear.
Lo de la desintegración nuclear me preocupa más bien poco, porque si me desintegro nuclearmente lo más probable es que Umbrello y la Nueva se desintegren conmigo y, con nosotros, el tío del banco y la aseguradora.
Lo que me emociona mucho es darme cuenta de que debo evitar morir en un motín. Hasta ahora yo era un irresponsable que si iba por la calle y veía un motín, ¡zas!, me metía en él inmediatamente. La de motines que he vivido. Qué burro he sido. Ahora viviré de forma prudente y me alejaré de los motines. Todo sea por el bienestar de Umbrello.
Queda claro que la póliza cubre mi muerte por un accidente. Pero... ¿de qué formas puedo morirme para que Umbrello cobre? De varias, me explican: en un atentado, por descargas eléctricas -el rayo inclusive, especifican-, por mordeduras de animal y de picadura de insecto -pero no por las infecciones que éstos produzcan, así que deduzco que si me pica un insecto lo más práctico para mí y para Umbrello es palmarla inmediatamente sin esperar a la infección-, los envenenamientos debidos a un acto criminal de terceros, las distensiones musculares aunque sólo sean consecuencia de un súbito esfuerzo propio (?), etcétera, etcétera.
¿Y de qué formas no me está permitido morir sin poner en peligro el futuro económico de Umbrello? Hay varias situaciones que debo evitar y, si no es posible, estoy obligado a sobrevivirlas. Por ejemplo, los accidentes ocurridos en ocasión de guerras, motines y revoluciones, la práctica de la lucha libre y artes marciales en general y la muerte o lesiones producidas por la desintegración nuclear.
Lo de la desintegración nuclear me preocupa más bien poco, porque si me desintegro nuclearmente lo más probable es que Umbrello y la Nueva se desintegren conmigo y, con nosotros, el tío del banco y la aseguradora.
Lo que me emociona mucho es darme cuenta de que debo evitar morir en un motín. Hasta ahora yo era un irresponsable que si iba por la calle y veía un motín, ¡zas!, me metía en él inmediatamente. La de motines que he vivido. Qué burro he sido. Ahora viviré de forma prudente y me alejaré de los motines. Todo sea por el bienestar de Umbrello.