Mónica había explotado (6)
-Levántate y anda.
No me lo tomé como una señal, puesto que yo no me llamo Lázaro y además ya estaba de pie, y Dios no puede errar tanto en sus señales, pero decidí cumplir la segunda parte de la orden dada a Lázaro.
-Voy a andar un rato -me dije- Voy a ir al cine -me añadí.
Pensé en qué tipo de película me gustaría ver. Me hubiera apetecido, por ejemplo, ver una de esas típicas películas norteamericanas que tratan de complots gubernamentales o de la CIA y que ponen en peligro la vida de un joven fiscal, y en la que no aparecieran ni Gene Hackman ni Denzel Washington. Busqué en la cartelera, pero no hallé ninguna película que se adaptara a mis necesidades. Hallé varias con ese argumento, pero en todas aparecía alguno de esos actores, cuando no los dos a la vez. ¿Y un film de ciclistas belgas asesinos?, pensé después. Repasé la cartelera con avidez, pero tampoco había ninguno de esas características. Hijos de puta, grité levantando un puño al aire, insultando a la industria del cine en general, porque el tema me parecía muy interesante. Y repasé mentalmente el argumento de la película que me gustaría ver esa noche: un belga llamado Vercruyssen circula en su bicicleta por las calles de los suburbios de Bruselas en busca de víctimas. En un descampado, Vercruyssen se topa con una bella joven llamada Mirabelle (le di los rasgos físicos de Uma Thurman), a la que asesina salvajemente con los radios de su rueda trasera. Un joven policía apartado del servicio -al que no debería interpretar Denzel Washington, pues en Bruselas dudo que haya policías de color, ni Gene Hackman, pues es mayor para el papel de joven policía- se obsesiona con el caso y decide investigar por su cuenta, para lo cual se compra una bicicleta. Pero en fin, ninguno de los muchos cines de Barcelona ofrecían esa noche una película de ese tipo, ni nada que se le pareciera.
Pues vaya mierda de cartelera tenemos en esta ciudad, acabé farfullando. Anduve un rato por el pasillo de casa para cumplir con las órdenes divinas dadas a Lázaro, por si acaso, y acabé tumbándome en la cama. Contemplé nuevamente el retrato de Mónica y el sopor fue apoderándose de mí. Soñé que leía en la Biblia la historia de un hombre al que le explotaba la esposa y que iba cayendo en la desesperación pues desde ese día no conociera mujer alguna, hasta que se le apareció Yahvé y le dijo:
-Toma esa bicicleta y anda.
Y el hombre tomare la bicicleta y recorrió los caminos del Señor y halló una mujer de Babilonia. Y el hombre y la hembra, que se parecía a Uma Thurman, se acostaron en el lecho y fornicaron y Dios lo vio y dijo que eso era bueno.